La primera vez que supe de él fue en 1970, a lo lejos, en las páginas de una revista innovadora, de vida intensa, que se llamó Reventón. Fue un verdadero reventón que alteró las reglas del periodismo venezolano con el trabajo de un puñado de comunicadores de nuevo cuño: Pablo Antillano, Richard Izarra, Raúl Fuentes, José Luis Garrido y otros que hoy no recuerdo. Era tiempos del primer gobierno de Rafael Caldera. Tiempos de pacificación pero también de fuertes rencillas en la vida militar venezolana. Tiempos de elegir el exilio en aquel Chile de la Unidad Popular, en vez de la prisión.