Periodismo sin periodistas: la extinción de una profesión y la pérdida del objeto de estudio
Periodismo sin periodistas: la extinción de una profesión y la pérdida del objeto de estudio

AUTOR: Jesús María Aguirre

Nunca, como en el presente, el periodismo y por ende los periodistas habían sido objeto de tanta observación minuciosa. No solo por los cambios que ha sufrido la profesión, sino por el desarrollo que han traído consigo las llamadas TIC y que han influido en esos cambios. Al punto que hay quienes han profetizado la desaparición del periodismo. En ese sentido, y teniendo esta idea como eje central de la reflexión, el ensayo analiza las cuestiones más relevantes que catalizaron el interés de los investigadores y las líneas de atención prevalecientes en la  evolución del periodismo en estos últimos veinte años.

Abstract

Never, as in the present, journalism and therefore journalists had been the object of so much careful observation. Not only because of the changes that the profession has undergone, but also because of the development that the so-called ICTs have brought and that have influenced those changes. To the point that there are those who have prophesied the disappearance of journalism. In this sense, and having this idea as the central axis of the reflection, the essay analyzes the most relevant issues that catalyzed the interest of researchers and the lines of attention prevailing in the evolution of journalism in the last twenty years.

Hay quien ha profetizado la desaparición del periodismo y por ello esta indagación para los profetas tecnológicos no sería sino la descripción de su proceso de extinción, mientras que para los menos apocalípticos, se trataría de una mutación de la profesión que trascenderá la tercera ola. 

Nunca históricamente el periodismo ha sido tan observado y cuestionado como en el presente. Los tópicos han ido variando en el tiempo atendiendo a los cambiantes marcos de las sociedades en que se han desarrollado los medios y las transformaciones inherentes a la profesión. Veamos las cuestiones más relevantes que catalizaron el interés de los investigadores y las líneas de atención prevalecientes en su evolución en estos últimos veinte años. 

Las clásicas preguntas sobre la influencia de los medios, en particular la prensa bajo la etiqueta del cuarto poder, el papel de los periodistas y reporteros en relación con la política, la función cívica y educativa de los diarios, coparon la mayor parte de los ensayos y estudios pioneros del periodismo, aún anclado en el papel y la imprenta. Se daba por supuesto qué era un periodista y cuál era su rol, aunque el estatus profesional estuviera en discusión y todavía no se la considerara como un oficio o profesión liberal. 

De hecho, ya las taxonomías de puestos de trabajo en los medios impresos estaban bastante consolidadas, tal como podía verse en los documentos del Ministerio de Trabajo, la Ley sobre el Ejercicio del Periodismo, elaborada por el Colegio Nacional de Periodistas (CNP) y las claúsulas de contratación del Sindicato de Prensa (SNTP), tal como demostramos en el estudio El perfil ocupacional del periodista en Caracas (Aguirre, 1992).

La transformación operada por la aparición y expansión de los medios electrónicos, sobre todo radio y televisión, a mediados del siglo pasado trastornó el panorama y removió las fronteras ocupacionales, al obligar a separar la función de los periodistas de las plataformas de difusión. Todavía en plena expansión de los medios masivos se hablaba de departamentos de prensa para referirse a los periodistas que cubrían los informativos de la radio y la televisión. Así es como devino la necesidad de distinguir las funciones genéricas del comunicador social y las específicas del periodismo, evitando confundir la mediación técnica –impresa o electrónica– con la función. 

Los diseños curriculares, inspirados por Ciespal, ayudaron a deslindar entre el campo del periodismo impreso y el de las comunicaciones publicitarias, pero el mundo electrónico quedó sujeto a interpretaciones arbitrarias hasta la consolidación de la figura del periodista audiovisual.

De nuevo las necesidades administrativas de los ministerios, del CNP y del SNTP profesionales, obligaron a actualizar la nomenclatura y los roles del mercado de los medios masivos así como a precisar mejor el estatus del periodista, sus funciones y derechos. 

En paralelo con las variaciones del mercado laboral y las exigencias de las asociaciones profesionales, la academia y las escuelas de formación conformaron currículos cada vez más especializados para capacitar cuadros y atender las demandas de los medios cada vez más diversificados, como puede verse en el estudio La estructuración de la identidad profesional del comunicador social en Venezuela (Aguirre, 1998), investigación que sintetiza el panorama profesional de los medios masivos con su diversificación de plataformas impresas y electrónicas y a su complejización funcional en subculturas ocupacionales al interior de cada una.

La nueva revolución tecnológica postindustrial, denominada de diversas maneras según los autores desde Daniel Bell en los sesenta a Manuel Castells en los noventa,  marca el cambio de época, anunciado estentóreamente por Nicholas Negroponte en su opúsculo Being digital –traducido como Ser digital–  en 1995 con la proclama el futuro llegó ya. 

Un intento de etapificación

Las innovaciones digitales de finales del siglo pasado en una carrera acelerada de cambios tecnológicos convulsionaron un campo profesional, que se suponía estabilizado. Ya no se trataba solamente de la añadidura de otro medio a la cuaterna de prensa, radio, cine y televisión, sino de la reconversión de todas las bases establecidas desde las infraestructuras de producción hasta las concepciones de expresión y de articulación social.

Esta transformación digital lleva dos décadas desde que el gurú del MIT realizó anuncios prodigiosos y ha sido progresiva porque, si bien las invenciones cada vez son más aceleradas y sus ciclos indetenibles, su adaptación social y su incorporación al tejido social, como demostraran Everett Roger o más tarde Geoffrey Murphy,  requieren cambios en las infraestructuras tecnológicas y una nueva enculturación educativa y comunicacional. Javier Echeverría designará con el nombre de Tercer Entorno a esta revolución sociotécnica, comparable a la de la invención de la escritura o a la de la imprenta.

También ahora el cambio es asincrónico, pues las variantes son notables según el nivel de desarrollo del país, hasta el punto de que se habla de culturas info-pobres e info-ricas, y podemos distinguir al menos tres etapas: 

a) El surgimiento de la digitalización y el uso de computadores en los años setenta, primero mainframe (centralizados) y solo una década después de miniframe

        (personales y descentralizados) para las labores periodísticas.

b) La aparición y difusión masiva de Internet y sus aplicaciones para la búsqueda de información, jerarquización, edición y distribución a través de cable y satélite.

c) La invención de la Web y la expansión de las Redes Sociales con la comunicación móvil agregada sobre todo en el nuevo milenio.

En una contabilización resumida, referida solamente a la dimensión difusiva, tenemos que mientras que al teléfono le tomó 75 años llegar a los 50 millones de usuarios y a la televisión trece, el Internet lo pudo hacer en cuatro y Facebook en dos. En adelante el crecimiento es exponencial al ritmo del crecimiento de la memoria y velocidad de transmisión (Aguirre, 2015) y los medios periodísticos entran en la incertidumbre respecto a su identidad en esta etapa de postperiodismo.

Pero, además, hay que añadir que la configuración tradicional ha estallado en millones de nodos, y que la comunicación móvil convierte a cada ciudadano en un potencial emisor o medio relativamente autónomo en una inmensa red. 

En medio de ese maremágnum apenas parece haber sobrevivido la noción de periodismo como ejercicio de buscar, seleccionar, jerarquizar y difundir noticias. ¿Pero no es esta una actividad que puede ejercerla cualquier ciudadano pertrechado con un teléfono inteligente?, ¿qué distingue al periodista de cualquier otro personaje capaz de difundir novedades a través de su propio medio de comunicación?, ¿no estamos ante una profesión en fase de extinción?, ¿cómo se sitúan los antiguos profesionales en el mundo de los infomedia y de la infocomunicación?

Cuando aún no se habían resuelto plenamente las cuestiones debatidas a finales del siglo XX, la superposición de las nuevas incógnitas del mundo digital y del tercer entorno cibernético han sumado otros problemas más básicos y urgentes, que obligan a reformular las preguntas desde sus mismas bases epistemológicas. Nociones como información, comunicación, infomediación, infocomunicación, periodismo electrónico, ciberperiodismo, periodismo digital y otras análogas, necesitan una redefinición para ofrecer una mínima claridad antes de ser devorados por los depredadores tecnológicos, la nomenclatura publicitaria y la jerga geopolítica.

Las respuestas a estas preguntas solamente pueden ser dadas a través de la comprobación empírica y no especulando sobre las predicciones de los gurúes del siglo pasado, que anunciaron su desaparición. 

Tomando como referencia la publicación de La estructuración de la identidad profesional del comunicador social en Venezuela hace veinte años (1998) voy a tratar de explorar a través de la evolución de la producción nacional, los tópicos de investigación más relevantes en el campo específico del periodismo y afines.

Una clasificación clásica y su desbordamiento disciplinar

Tradicionalmente, siguiendo el esquema de Harold Lasswell, los estudios sobre periodismo se clasificaban a tenor de cada uno de los elementos del proceso de comunicación: a) Emisores -medios y fuentes-, b) Contenidos -mensajes y morfología-, c) Audiencias -lectorías y usuarios, d) Efectos.

A medida que se daban las transformaciones tecnológicas y las correspondientes adaptaciones legales sobre la profesión, también las investigaciones fueron complejizándose, en torno a las tres fases de producción, difusión y recepción con los nuevos presupuestos epistemológicos, que quebraban los modelos lineales y causales.

El cruce con los aspectos disciplinares complejizó mucho el campo investigativo, pues cada aspecto podía ser considerado con un punto de vista distinto: económico, político, sociológico, semiótico o cultural, incluso interdisciplinar o transdisciplinar, según los contextos de aplicación funcional o emplazamientos de acción. De ahí, pues, que no considero que la comunicología sea una disciplina homogeneizada con una sola pertinencia, sino un campo multidisciplinar. (Aguirre y Bisbal, 2015).

Hechas estas aclaraciones, la siguiente exploración documental –principalmente bibliográfica–, no adopta una perspectiva disciplinar sino cronológica, atendiendo a los temas y/o problemas que han cautivado la atención de los investigadores venezolanos en estos últimos veinte años según la etapificación de innovaciones sociotécnicas, que temporalmente coinciden con el actual régimen comunicacional de corte autoritario. (Aguirre, 2008). Con ello no pretendemos privilegiar el enfoque del determinismo tecnológico, pero sí señalar la variable coyuntural  más influyente en el periodo analizado, como marca para deslindar etapas.

En esta trayectoria han seguido tratándose otros temas convencionales de historia de los medios, de recuperación de la memoria periodística, de análisis de contenido y de recepción de los medios tradicionales, pero en conjunto han sido menos trascendentes y han tenido menor difusión.

a) Etapa de la primera digitalización (1988-1997)

En los inicios de la transformación digital de los medios periodísticos, Víctor Suárez realizó una investigación sobre la afectación de las VDT (Video Displays Terminals) en la producción informativa del diario El Nacional  , anticipándose a los cambios inminentes. Su incidencia fue notable ya que, además de señalar la desaparición de algunas ocupaciones, apuntaba a la redefinición de las funciones y tareas de los periodistas, con consecuencias no solamente en la confección de las noticias y la edición, sino en el establecimiento de las condiciones laborales, validación de puestos y tablas salariales (Suárez, 1983 ). En esta etapa se publica también un informe del Colegio Nacional de Periodistas ofreciendo pautas de actuación profesional.  A estos siguieron otros estudios de menos calado, sobre todo en el nivel de pregrado, caracterizados por su carácter descriptivo y redundante sobre los llamados nuevos medios. Hubo, sin embargo, una línea más productiva enfocada al análisis de la reconfiguración de la profesión en la transición sociotécnica. Solamente en la UCAB se realizaron veinte trabajos de grado vinculados al tema de la reconversión de los perfiles profesionales del periodismo y de la comunicación, acicateados por las necesidades del mercado laboral y de las reformas de pénsum en las universidades, y otro tanto ocurrió en la UCV, siguiendo la línea emprendida por Víctor Suárez, y en LUZ, tal como lo muestran los estudios de María Isabel Neüman (1987) Tecnología de la información (1987), La enseñanza de la comunicación: dilema entre currículum y mercado, de Elda Morales y Luz Neira Parra (1997) y La estructuración de la identidad del comunicador social en Venezuela, de Jesús María Aguirre (1998).

b) La incorporación de Internet en el periodismo (1998-2007)

En una exploración cuantitativa sobre la producción bibliográfica de la comunicación: Investigación venezolana sobre comunicación y cultura de masas. Panorama bibliográfico 1994-2004 (Aguirre y Bisbal, 2008), sobre doce categorías utilizadas por la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación, Alaic, detectamos la continuidad de los estudios sobre Historia y crónica de los medios (20), seguidas de los análisis de contenido (13), Ética y legislación, que conciernen a la libertad de expresión (8), y Nuevas Tecnologías de Información y Comunicación, NTIC, (6). Si bien en esta etapa hay otras vertientes de investigación sobre economía, mediaciones, educomunicación, se privilegian los trabajos aplicados a otras especialidades o plataformas, y apenas se aborda la mirada sobre el periodismo todavía muy estereotipado y asociado con la prensa. 

Hay que destacar que en el nuevo contexto político se inauguran los observatorios sobre la libertad de expresión y entre ellos destaca el Programa Venezolano de Educación Acción en Derechos Humanos, Provea, con sus informes anuales a partir de 2004.

Un arqueo similar bajo las mismas categorías, aplicado a las cuatro revistas de investigación –revista Comunicación, Quórum, Anuario Ininco, Temas de comunicación– sobre el periodo comprendido entre 2002-2007 (Bisbal y Aguirre, 2008), nos permite arrojar dos conclusiones: la primera es que el periodismo no aparece entre los descriptores o keys word de la clasificación; y la segunda que, ante el cambio paradigmático de las mediaciones, se prefiere priorizar la perspectiva sociológica y culturalista, relegando los llamados estudios periodísticos clásicos sobre historia, géneros y contenidos. De ahí que los temas tradicionales del periodismo son subsumidos en otras categorías como la opinión pública, la comunicación política, las NTIC y el derecho a la información. Este viraje, en resumen, se da a favor de la focalización en las mediaciones tecnológicas y políticas.

La investigación de Samira Saba Internet como promotor del cambio organizacional, sobre la reconversión del diario El Universal  es uno de los estudios pioneros que analizan los cambios en la departamentalización de una empresa periodística, conjugando la versión impresa y digital (Saba, 2002). Trabajos similares hay sobre los grandes periódicos de difusión nacional como Últimas Noticias (Miguel Ángel Tortello) y Panorama (María Isabel Neüman, 1998).

Tabla

Otro referente imprescindible para comprender esta etapa es el trabajo colaborativo, coordinado, por Miladys Rojano: Diez años de periodismo digital en Venezuela –1996-2006–. Esta compilación tiene un gran interés pues ofrece una panorámica de las múltiples perspectivas de abordaje en esta etapa. Así, se consideran la estructura editorial de los cibermedios (Adriana Cely), los nuevos perfiles y competencias en el periodismo digital (Jesús María Aguirre), el impacto de la web en el periodismo (Miguel Angel Tortello), la incorporación del hipertexto (Iván Méndez), el uso de los blogs (Zinnia Martínez), el periodismo digital en Unión Radio  (Gitanjali Suárez), la formación universitaria en periodismo digital (M.I. Neüman de LUZ, P. Henríquez de ULA, O. Burgos de la UCAB), la documentación periodística (Mabel Calderín), la investigación sobre el periodismo y las NTIC (Caroline Oteyza). En este último aporte se presentan los resultados estadísticos de los trabajos de grado de la UCAB desde 1970 a 2005.

En las Universidades del Zulia, LUZ y URBE, según datos suministrados por María Isabel Neüman sobre la producción investigativa en esta área durante el periodo 1994-2005 tenemos: Maestría LUZ (20), Maestría URBE (10), CICIC (9), Departamento de Ciencias de la Comunicación de LUZ (8), Trabajos de Ascenso LUZ (5).

En las Universidades del Zulia, LUZ y URBE, según datos suministrados por María Isabel Neüman sobre la producción investigativa en esta área durante el periodo 1994-2005 tenemos: Maestría LUZ (20), Maestría URBE (10), CICIC (9), Departamento de Ciencias de la Comunicación de LUZ (8), Trabajos de Ascenso LUZ (5).

Probablemente, aunque con una producción menor, colegimos que las tendencias serán similares en los otros centros de estudio, especialmente en la ULA y Monte Ávila, donde destacan las investigadoras Raisa Urribarrí y María Eugenia Peña respectivamente.

En esta misma etapa, bajo la tutela de Iván Abreu Sojo en la UCV, comienzan los estudios sobre la orientación ideológica de los medios periodísticos digitales. Un caso ilustrativo es la tesis de Angela Castillo La representación de tendencias políticas en el ciberespacio, que analiza las tendencias ideológicas de las nuevas plataformas periodísticas (Castillo, 2005). De forma semejante Mariet Luna presenta el trabajo de grado en la UCV, titulado Información en los diarios digitales  según el método de análisis de contenido (Luna, 2007).

En este periodo de absorción de los estudios por el magnetismo de las NTIC, los grandes periódicos en fase de reingeniería demandan investigaciones aplicadas sobre sus empresas periodísticas y a esa solicitud responden los estudios e informes sobre Últimas Noticias (Miguel Ángel Tortello) y Panorama (María Isabel Neüman, 1998). 

No podemos dejar pasar de lado dos trabajos sobresalientes de Daniel Centeno Periodismo a ras de boom (Centeno 2007), y Carlos Delgado, Trincheras de papel (Delgado 2008) para recuperar la memoria del periodismo a través de la voz de sus protagonistas latinoamericanos y venezolanos, y a la vez reflejar los linderos fronterizos entre el periodismo y la literatura.

c) El periodismo en las redes sociales (2008-2018)

Para secuenciar la evolución de la investigación en esta segunda etapa tenemos dos estudios significativos, pertenecientes a Carlos Delgado e Iria Puyosa. Los trabajos cooperativos, impulsados por el profesor Carlos Delgado, quien fue coordinador del postgrado en la UCAB  y director del CIC-UCAB, abrieron la serie de Mapas de Comunicación con el primer número Versión Beta: Tendencias de la prensa y el periodismo del siglo XXI en Venezuela (2008), actualizando el panorama descrito en el estudio coordinado por Miladys Rojano (Rojano 2006 ) y dando cuenta de la consolidación de los estudios.      

Por otra parte, aunque la segmentación temporal no corresponde a la nuestra, nos hemos nutrido también en esta exploración con el estudio de Iria Puyosa: En línea de investigación. Investigación sobre comunicación e Internet, que permite visualizar la evolución de los medios y a la vez las tendencias de investigación entre 2007 y 2013 (Puyosa, 2015).

Las temáticas predominantes corresponden, según la investigadora, a seis líneas: el acceso a las TIC, la democracia en red, la comunicación política, la cibercultura, los medios y contenidos digitales y la formación de competencias. A falta de una distribución cuantitativa, que permita deslindar el periodismo, subsumido en las otras categorías, queremos resaltar por su pertinencia los estudios siguientes: Mogollón (2007) describe las fuentes informativas, Orejuela analiza la interactividad (2009), Prieto aborda el tema de las interfaces (2009,2013), Said y Arcila exploran los nuevos públicos y tendencias (2011), Martínez Martínez perfila los nuevos usuarios (2011), Velandria ahonda en las competencias informacionales (2013), Viloria se fija en la navegación y usabilidad de los periódicos en línea (2013), E. Chirinos y L. Torres sintetizan el panorama digital (2013). Todos estos estudios, presentados en el marco de Invecom, tienen el mérito de actualizar el estado de los medios digitales venezolanos en consonancia con la esfera latinoamericana.

A falta de una visión complexiva de todo el panorama venezolano y en espera de las últimas publicaciones de Invecom, pormenorizamos algunos trabajos que reflejan las indagaciones actuales para ilustrar los derroteros de la indagación. 

En esta etapa prosigue la línea de investigación sobre los perfiles profesionales, habida cuenta de la transformación que implica la incorporación de las redes sociales con el incremento del potencial audiovisual, hipertextual y, sobre todo interactivo con los usuarios.

Con apenas la diferencia de un año, entre 2009 y 2010 aparecen dos trabajos significativos, uno realizado en la Universidad Monte Ávila por Magaly Pedroza, Perfil profesional del periodista digital (Pedroza, 2009) y otro en la UCAB, de Lauren Martínez y Carla Scemzo, titulado El perfil profesional actual según la visión del empleador en Venezuela, que  analizan las competencias requeridas en las empresas periodísticas.

En torno al tópico de las NTIC y las nuevas figuras ocupacionales se tejen numerosos ensayos de carácter práctico y aplicado sobre los géneros, los modos redaccionales y la discursividad de los nuevos dispositivos y apps (Facebook, Twitter, WhatsApp, Snapchat, Instagran…), de menos valor investigativo y más bien operacionales.

Otra vertiente investigativa ha sido la de la comparación de la morfología y contenidos de diversas publicaciones periodísticas nacionales e internacionales, como puede verse en el trabajo de grado de Fabiany Crespo, Comparación de tres medios venezolanos con tres medios colombianos en su versión web (Crespo, 2016).

Cabe señalar que en esta escalada de innovaciones han ido apareciendo otras ocupaciones en fase de profesionalización, estrechamente vinculadas al periodismo como la de gestor de social media, community manager, creador de contenidos, etcétera, que han suscitado otras tantas investigaciones. Este es el caso del trabajo de Maestría en la UCAB de Sofía Ramos: Estado y dinámica del community manager en Venezuela (Ramos, 2016).

Un apartado especial merecen los estudios de Medianálisis entre 2015 y 2018, particularmente los referidos a la situación del periodismo, ya que se trata de informes que ofrecen una radiografía sobre las condiciones laborales de los periodistas, la calidad de los productos  y otras variables relevantes para los profesionales. A diferencia de algunos informes de observatorios coyunturales, su producción investigativa cuenta con bases metodológicas sólidas respecto a muestreo, levantamiento de datos y análisis estadístico, como se manifiesta en el trabajo de Gloria Carrasco en su Estudio de la situación del periodismo en Venezuela: la encuesta muestral y sus desafíos (Carrasco y Cañizález, 2018).

Ampliando las perspectivas mediáticas hacia las intersecciones societales, hay que destacar las investigaciones realizadas en el Ininco por la profesora Johanna Pérez Daza. Tras publicar el ensayo Tendencias del periodismo en la Sociedad Red (Pérez Daza, 2014), ha culminado una investigación doctoral sobre fotoperiodismo, Entre luces y sombras. La fotografía en las relaciones internacionales, combinando la mirada comunicacional con los estudios internacionales (Pérez Daza 2018).

Son muy pocos los trabajos teóricos sobre el nuevo espacio comunicacional con referencias explícitas al periodismo en Venezuela y por eso como colofón queremos mencionar los más conocidos. En la primera etapa es significativo el trabajo de Migdalia Pineda Sociedad de la Información (1996), y en la segunda, el estudio de Raisa Urribarrí De la Sociedad del Conocimiento al Socialismo del Siglo XXI (Urribarrí, 2013), que da cuenta de la imbricación entre los cambios socio-técnicos y la deriva autoritaria del nuevo régimen autocrático.

La última etapa está contextualizada en el estudio Comprender la Sociedad Red: Comunicaciones y Educación (Aguirre 2015), que resitúa el periodismo en el nuevo contexto de los infomedia y de las redes sociales. 

Actualmente resulta dificultoso realizar el  mapa general de estudios, dada la dispersión de los investigadores por la migración forzada, la publicación en revistas foráneas y la poca integración de los mismos en una red colaborativa.

Un corolario necesario en la coyuntura actual

Más allá de las demandas surgidas por la dinámica del mercado laboral y las urgencias de formación de los nuevos cuadros profesionales, el contexto del país ha hecho que surjan diversos laboratorios de carácter distinto y coloreados sobre todo por su posicionamiento. Por una parte están los centros que responden a urgencias políticas, sea en defensa de los derechos humanos y de la libertad de expresión (Provea, IPYS, Espacio Público) o sea en la salvaguarda de la imagen del gobierno (GIS XXI, Observatorio Global de Medios). Estas entidades, por sus características, no son tanto centros de investigación, sino observatorios sobre el desempeño de los diversos medios y, por supuesto, de las NTIC y su proyección política. Temas como la conflictividad, las protestas, las manifestaciones, la libertad de expresión, acceso a los medios digitales, las redes sociales (RR.SS.) y las movilizaciones, etcétera, solamente por citar algunos tópicos más vinculados al espacio sociopolítico, focalizan el levantamiento de datos para la acción ciudadana. Sus resultados son publicados en informes anuales, a menudo sin mayores disquisiciones metodológicas, y de ahí que su interés esté vinculado más a los estudios politológicos y, en general, a los de opinión pública, tarea que habitualmente han realizado Datanálisis, Tendencias Digitales, Demos, Hinterlaces y otros. 

Además, los resultados de los análisis sobre los medios y su influencia en coyunturas electorales o eventos políticos significativos, quedan marcados por los sesgos de los posicionamientos ideológicos, y todos sabemos que la transparencia de los datos en estas coyunturas queda a menudo en entredicho. Como diría el adagio “todo es útil, pero no siempre provechoso”, al menos desde el punto de vista de las ciencias de la comunicación. 

Veamos, por fin, las conclusiones derivadas de los estudios sobre periodismo y afines, considerando las características de las investigaciones, la disgregación del campo u objeto de análisis y los problemas de producción/difusión:

Características de las investigaciones

Los cambios vertiginosos en el campo del periodismo han provocado una proliferación de términos tecnológicos, sin que se hayan dado procesos de desambiguación en los términos (comunicación digital, periodismo electrónico, periodismo digital, ciberperiodismo, periodismo web, periodismo 2.0…), que no son sinónimos y se ubican en campos semánticos distintos. 

La primera etapa puede ser definida como la de los pioneros con una producción incipiente; la segunda ha sido la más fecunda y sólida, mientras la tercera etapa de las RR.SS. se ha caracterizado por la irregularidad productiva, la profusión de informes sin rigor científico y el sesgo de la ideologización política. La falta de recursos de los centros con tradición investigativa  (UCV, LUZ, ULA, UCAB, Monte Ávila…), el financiamiento tendencioso de algunos proyectos investigativos y la emigración del capital intelectual o fuga de cerebros explican, en parte, esta deriva.

Los principales ejes de interés o macrotemáticos se refieren a las implicaciones de las innovaciones tecnológicas sucesivas y los cambios vinculados al entorno político y comunicacional del nuevo régimen. 

Gran parte de los trabajos sobre las NTIC y el periodismo se han centrado en los cambios profesionales (perfiles, condiciones de trabajo, surgimiento de nuevas figuras ocupacionales) seguidos de estudios comparativos de morfología y orientación política. (La agenda temática del Anexo I enumera las dieciséis variantes no exhaustivas de las investigaciones consideradas).

La disgregación del campo profesional y formativo

El abuso de los términos como comunicación popular, alternativa y periodismo de guerrilla por parte del Gobierno, o de comunicación independiente y periodismo ciudadano por parte de la oposición académica, ha ido disolviendo las fronteras del periodismo tradicional. 

La contratación bajo régimen de explotación de empleados jóvenes egresados de academias sin competencias superiores en las empresas en fase de adaptación digital ha contribuido a la descalificación de la profesión y su desvalorización en el mercado laboral.  

Considerando el régimen paralelo de educación superior creado por el Gobierno con sus universidades, principalmente la Universidad Bolivariana y la Unefa, así como la creación de observatorios afines, la llamada orientación crítica de los estudios del periodismo ha sido suplantada por unos pocos y deficientes informes de los éxitos de la hegemonía comunicacional interna y su defensa internacional. 

Problemas de la producción y difusión investigativa

Sigue siendo baja la fertilización cruzada de los estudios de periodismo, hecho inexplicable dada la profusión de medios para el intercambio de data, pero síntoma de la baja cooperación intelectual y de normalización de repertorios y bases de datos científicas.

El deterioro de la calidad de las tesis de pregrado y postgrado, además en fase numéricamente decreciente, el colapso de las editoriales universitarias, apenas sostenidas por ayudas del exterior, el vaciamiento de los recursos del Fonacit, auguran un futuro poco promisorio para los investigadores, tanto si trabajan para un servicio administrativo, como si libran una batalla heroica en pro de una investigación crítica e independiente.

En fin, podemos decir que hoy el periodismo es más bien una etiqueta que sirve de comodín o término shift para sus variedades mutantes de información, causadas por las NTIC, y que la corrosión de un empleo digno en la administración pública y el mercado laboral, contribuye a la extinción de los periodistas profesionales y de sus organizaciones. 

Pero este fenómeno es alarmante no tanto por la amenaza tecnológica, sino por la devastadora acción del Gobierno y las empresas para sojuzgar la libertad de expresión, que es la razón última de esta profesión.