Una ciudad está hecha de capas superpuestas, magnitudes, direcciones, fuerzas contradictorias, velocidades y agitación. También de imágenes, palabras y sensaciones. Los edificios, las avenidas, los parques, la infraestructura de los servicios públicos, la moda y los anuncios publicitarios son evidencias de ello. En su conjunto, integran algo llamado: el imaginario del espacio urbano. Este no es otra cosa que un sistema constituido por lugares, tiempos y signos interconectados en la imaginación de los ciudadanos.