Por J. Francisco De Anda-Corral
Se apagó una de las mentes más brillantes que nos ayudó a entender la comunicación como “la cara oculta de la cultura” y la construcción de las sociedades latinoamericanas a partir de la acción comunicativa.
Jesús Martín Barbero, el brillante teórico de la comunicación que sentó bases en los años 80 para entender el binomio cultura y comunicación en Latinoamérica, murió el pasado sábado 12 de junio en Cali, Colombia, a los 87 años, a causa de complicaciones derivadas del Covid-19.
Lectura obligada en las escuelas de comunicación de la región latinoamericana, Martín Barbero fue, en palabras del investigador Javier Esteinou Madrid, un destacado miembro de la migración española que enriqueció notablemente el pensamiento crítico latinoamericano sobre la comunicación colectiva e inauguró una nueva escuela de pensamiento comunicativo.
“Su trabajo más destacado que marcó el pensamiento comunicativo en América Latina fue ‘De los medios a las mediaciones’ a través del cual examina y piensa los procesos de cultura y comunicación desde el ángulo más amplio que fue el receptor y ya no del emisor”, detalla.
Era español de nacimiento nacionalizado colombiano desde 2003. Nació en Cardeñosa, cerca de Ávila, el 3 de octubre de 1937, apenas un año después del inicio de la Guerra Civil Española. Era el menor de una familia de seis hijos.
Doctor en Filosofía, antropólogo, semiólogo y experto en investigación de la cultura, fue consultor de política cultural para la UNESCO, y la Organización de Estados Iberoamericanos. Su obra más conocida y estudiada “De los medios a las mediaciones”, publicada en 1987, dio un giro total al estudio de la comunicación, los medios y sus audiencias.
Se doctoró en 1971 en el Instituto de Filosofía de Lovaina, Bélgica, y luego cursó el Posdoctorado en Antropología y Semiótica en la Escuela de Altos Estudios de París.
En Colombia fundó el Departamento de Ciencias de la Comunicación en la Universidad del Valle, en Cali, en 1975, donde enseñó durante las posteriores dos décadas. Fue presidente de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC) y miembro activo de la Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social (Felafacs).
Entre 1999 y 2003 fue profesor en la Escuela de Ciencias de la Comunicación del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), en Guadalajara.
También fue profesor visitante de las universidades Complutense de Madrid, Autónoma de Barcelona, Stanford, Libre de Berlín, King’s College de Londres, Puerto Rico, Buenos Aires, Sao Paulo y Lima.
Martín-Barbero fue distinguido en vida por varias universidades que le otorgaron el honoris causa: la Universidad Javeriana de Bogotá y la Universidad Nacional de Rosario, Argentina, entre otras.
Obra y trascendencia
Consultado por El Economista, Javier Esteinou Madrid, profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, compartió: “Jesús Martín Barbero forma parte de la migración española que enriqueció notablemente el pensamiento crítico latinoamericano sobre la comunicación colectiva. Su pensamiento medular sobre la cultura y la comunicación se centró en el estudio crítico de la comunicación ya no como medios de difusión colectivos, sino como mediaciones que permiten que la población los adapte funcionalmente a sus condiciones de existencia”.
“Estudió el papel de la telenovela en América Latina, no como un género embrutecedor o enajenante de los auditorios, sino como una veta cultural donde los receptores se apropian de los contenidos mediáticos y los incorporan funcionalmente para acomodarlos a sus vidas e incluso mejorarla”, detalló.
“En esencia, se puede afirmar que su pensamiento crítico y original aceleró mucho la superación de la herencia funcionalista, mecanicista y estructuralista que existía en América Latina desde los años ochenta, e inauguró una nueva escuela de pensamiento comunicativo fundada desde la antropología, la semiología, la filosofía, la historia y lo popular”.
“Hoy es necesario recuperar toda la riqueza intelectual aportada por Martín Barbero para impulsar el desarrollo del pensamiento comunicativo crítico en América Latina y el mundo en general sobre la concepción tecnologizante de la comunicación que promueve velozmente la globalización posmoderna”, dice Esteinou.
Su vasta bibliografía profundizó además en temas como la identidad y la cultura, la cultura desde la visión de la élite y las clases populares, la postmodernidad en Latinoamérica, estudios sobre la globalización desde la semiótica, la comunicación como la “cara oculta de la cultura”.
En 2017, a 30 años de la publicación de la obra señera “De los medios a las mediaciones”, Tanius Karam, profesor-investigador de la Academia de Comunicación y Cultura de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), escribió: “De los medios a las mediaciones” permitió reubicar la centralidad de la cultura en los estudios comunicativos. El caso de Martín Barbero es interesante, porque sin estar ubicado dentro de los llamados founding fathers del pensamiento comunicacional latinoamericano, resulta difícil negarle dicho estatuto.
Para Karam, la propuesta de Martín Barbero en Oficio de cartógrafo “intenta avanzar y modificar la perspectiva romántica del pueblo desde la cual viene una concepción elitista que no concede al pueblo la posibilidad de ser productor de cultura, ni tampoco el de un lector competente de las sutiles decodificaciones de lo que las élites denominan como ‘arte’”.
Sus aportes acerca de la función de la comunicación en la sociedad contemporánea y en la enseñanza formal dieron pie a un sinfín de conferencias y entrevistas que concedió para diferentes instituciones y medios. En 2018 el periodista colombiano Mario Jursich Durán le planteó la pregunta acerca de la definición de cultura.
Esta fue su respuesta:
“Lo que normalmente los periódicos y las revistas entienden por cultura es lo que siempre se ha considerado así: artes, letras, idiomas, saberes, conocimientos, a veces también algo de las dimensiones del juego ancladas en la sociedad. A mí, que llevo toda la vida trabajando ese tema, me gustaría que en vez de “cultura” habláramos de “comunicación”. Entre otras razones, porque la comunicación es la cara oculta de la cultura, lo que moviliza a los seres humanos”.
Sobre el efecto de que la cultura se entendiera como comunicación, expresó: “Que de inmediato el acento se pondría, no en la literatura, en la pintura, en el cine –en lo que tradicionalmente se ha entendido como cultura– sino en los modos de convivir de la gente. Y más aún, en el lugar donde la gente aprende a convivir: la escuela.”