Tras el diagnóstico de las claves internas del colapso venezolano, la cuarta y última sección del libro se centra en los actores externos que han reproducido la polarización política interna, ya que tanto EE.UU. como gran parte de América Latina y de la Unión Europea (UE) apoyan a la oposición, mientras que China, Cuba y Rusia son los principales aliados del régimen de Maduro. ¿Cómo ha contribuido el comportamiento de los actores internacionales, incluyendo las organizaciones regionales, a enquistar el conflicto? ¿Por qué no han funcionado instrumentos como las sanciones por parte de EE.UU. y la UE o las diversas iniciativas de mediación? Este capítulo arroja luz sobre la dimensión política del conflicto, sobre la constelación de actores internos y externos del juego político venezolano, y ofrece un balance de los diversos intentos nacionales, regionales e internacionales de mediación, sus éxitos parciales y fracasos relativos. Miguel Ángel Martínez Meucci y Francisco Alfaro Pareja abren la sección con un análisis crítico de los intentos de mediación y diálogo en el conflicto venezolano. Los autores explican el fracaso de estos “mecanismos alternos de diálogo y negociación” (MADN) ya que subestimaron las asimetrías entre lo que denominan la “coalición iliberal revolucionaria (CIR) hegemónica y la “coalición demo-liberal” (CDL) que se encuentra en una situación de desventaja. Otro factor importante lo constituyen los diferentes aliados internacionales que han reproducido, en cierta forma, la polarización interna. Los autores concluyen que los MADN han ayudado a disminuir, al menos temporalmente, la violencia directa, pero no la violencia estructural y, por tanto, son poco eficaces en “[…] conflictos en los que los contendientes no registran perjuicios equivalentes”. El profesor canadiense Thomas Legler continúa la sección con un diagnóstico crítico del rol de las organizaciones regionales y hemisféricas en la crisis venezolana. Su artículo explica por qué los sistemas de protección multilateral de la democracia en las Américas “[…] han sido incapaces de promover una solución pacífica y negociada a la crisis política venezolana, así como de detener el retroceso autoritario o restaurar el orden democrático”. Tras constatar una “crisis de autoridad del concepto del hemisferio occidental” como orden regional garantizado por la hegemonía de EE.UU. y la cooperación de sus países vecinos, el autor explica que a partir de los años noventa ha tenido lugar una “transición del orden hemisférico” hacia otros países sudamericanos como Brasil y Venezuela y entidades regionales como ALBA, Celac o Unasur, que desafiaron temporalmente el poder de Washington. Tanto los esquemas regionales como hemisféricos, incluyendo el Grupo de Lima, se han debilitado y con ellos el sistema de defensa de la democracia que no fue activado en el caso venezolano. Un tercer artículo de Anna Ayuso y Susanne Gratius analiza las semejanzas y diferencias de las políticas de EE.UU. y la UE hacia Venezuela, teniendo en cuenta el antecedente del caso cubano y la literatura de derecho internacional y política exterior sobre sanciones. Las autoras constatan que pese a las diferencias se ha producido un acercamiento de políticas, ya que tanto EE.UU. como la UE privilegian la relación con la oposición y aplican sanciones contra el régimen de Nicolás Maduro. Después de un análisis comparativo de los tipos de sanción, sus objetivos e interacción con otros instrumentos, llegan a la conclusión de que “[…] el caso venezolano confirma el patrón de escasos o contraproducentes efectos de las sanciones como instrumento para democratizar a gobiernos autoritarios”. Constatan que ni EE.UU., ni la UE, han contribuido a encontrar una salida pacífica a la crisis venezolana.