Marco Moreno
SUMARIO
El artículo nos ofrece una reseña acerca del proceso de elección presidencial en Chile. El autor analiza dichas elecciones y se pregunta por el surgimiento de un nuevo ciclo político caracterizado porque cambian los sujetos, temas y condiciones en que se estructura la política. Por otra, el ciclo que se inicia estará condicionado por restricciones a la gobernabilidad democrática del entorno que impactarán la gobernabilidad democrática del país en el corto y mediano plazo.
El largo ciclo electoral que tras el estallido social de 2019 ha marcado la política chilena reciente se cierra con la segunda vuelta de la elección presidencial del pasado 19 de diciembre de 2021.
El ciclo electoral arrancó con el plebiscito de octubre de 2020 que permitió encauzar a través de un proceso constituyente la crisis social y política que se instaló con el estallido social de octubre de 2019. A este acto eleccionario le siguen la mega elección del mes de mayo de 2021 donde junto a la elección de alcaldes, concejales y gobernadores regionales (autoridades que por primera vez se elegían en Chile) se eligieron los 155 constituyentes encargados de redactar la propuesta de nuevo texto constitucional actualmente en desarrollo.
En julio del año pasado se realizaron también elecciones primarias reguladas por el Servicio Electoral (Servel) para elegir a los candidatos presidenciales de los bloques en competencia. Otras primarias convencionales (no reguladas por el Servel) permitieron completar la papeleta con siete candidatos presidenciales. Estos se midieron en las elecciones generales del 21 noviembre de 2021 donde también se renovó la Cámara de Diputados, la mitad del Senado, y se eligieron Consejeros Regionales. Finalmente, en el balotaje de diciembre pasado se logró imponer por una amplia mayoría (55,87 % de los votos) el candidato del pacto de oposición Apruebo Dignidad,Gabriel Boric Font, quien derrotó al candidato del oficialismo, José Antonio Kast, quien obtuvo el 44,13 % de los votos de los 8 millones 364 mil 534 que concurrieron a votar el domingo 19 de diciembre. Estos corresponden al 55 % del padrón electoral, cercano a unos 15 millones 030 mil 963 ciudadanos habilitados para votar.
Más allá de los resultados del largo ciclo electoral 2020-2021 desarrollados en un contexto de pandemia, hay dos procesos que marcarán los próximos meses y probablemente los siguientes años. Por una parte, la inauguración en forma de un nuevo ciclo político caracterizado porque cambian los sujetos, temas y condiciones en que se estructura la política. Por otra, el ciclo que se inicia estará condicionado por restricciones del entorno que impactarán la gobernabilidad democrática del país en el corto y mediano plazo.
Ambos procesos están en desarrollo por lo que es difícil saber cómo se comportarán tales variables pudiendo por ahora solo describirlos de manera preliminar es sus elementos estructurantes.
¿Nuevo ciclo político en Chile?
Existe un consenso más o menos amplio en el sentido que el estallido social del 18 de octubre significó, en los hechos, el fin del largo ciclo de la transición que había comenzado con el plebiscito de 1988 y que se extendió por casi treinta años. Una abundante literatura en los dos últimos años ha profundizado acerca de las causas del estallido y del fin del largo ciclo de la transición .
Desde esta perspectiva y asumiendo que podríamos estar aún en lo que Gramsci (2013) llamaba el interregno político caracterizado porque el viejo ciclo no termina de morir y el nuevo de nacer, podemos identificar algunos de los elementos de la arquitectura del nuevo ciclo político .
Al decir de Innerarity (2015) las trasformaciones políticas sean del tipo revolucionario o evolutivo modifican tres clases de asuntos: los sujetos, los temas y las condiciones. Son estas claves a las que debemos prestar atención porque a la base de las mismas están los elementos estructurantes del nuevo ciclo político .
Hay cambios políticos que se deben a la aparición de nuevos sujetos a quienes se les considera legitimados para protagonizar el cambio. La elección de Gabriel Boric responde al recambio generacional de los nuevos actores llamados a desempeñar la política y de conducción del gobierno y asuntos públicos.
En otros casos, el cambio tiene lugar porque se altera el conjunto de temas sobre los que se debate o gobierna, de manera que unos asuntos dejan de ser los más importantes y otros se comienzan a instalar en la agenda como cuestiones prioritarias sobre las cuales hay que tomar posición. Las cuestiones de género, identidades sexuales, la politización del clima, la tecnología como nueva frontera del poder, el cambio en las relaciones laborales por la irrupción del teletrabajo, entre otras, constituyen los nuevos temas que están comenzando a cambiar las prioridades de los gobiernos.
Por último, el tercer conjunto de modificaciones tiene que ver con que cambian las condiciones en las cuales se lleva a cabo la política. Ciudadanos intermitentes, creciente sentimentalización de la política, irrupción de la tecnología social y una creciente deslegitimación de la política son variables que están modificando las reglas con las que esta se hace. En el marco del proceso constituyente se están redefiniendo además las normas y reglas del juego –tanto formales como informales– que tendrán efectos en clave de incentivos y restricciones para la gobernabilidad del país. Por otra parte, la opción de ascenso al poder de nuevas fuerzas políticas podría implicar transformaciones del actual sistema.
La actual intensidad y en ocasiones crispación de nuestros debates políticos obedece a que vivimos momentos en que se está procediendo a una redistribución del poder característica de los procesos de cambio. Es razonable que estos procesos produzcan incertidumbre y que se desarrollen en medio de intensos conflictos.
Restricciones a la gobernabilidad
Varios son los desafíos que deberá enfrentar el presidente electo Gabriel Boric el próximo 11 de marzo. Más allá del resultado alcanzado en las urnas, lo que parece estarse confirmando es que cada vez es más fácil ganar elecciones, pero más difícil gobernar. Moises Naim sostiene que “[…] hoy el poder es más fácil de obtener, más difícil de usar y más fácil de perder”. Así, y de cara al balotaje, la verdadera pregunta no es acerca de quién puede ganar la elección, sino de quien podrá gobernar. Aquí es donde se nos aparece la convidada de piedra del proceso electoral que se cerró con la segunda vuelta de la elección presidencial: la (in)gobernabilidad.
Gobernar se ha tornado un proceso arduo no solo por la complejidad de los problemas sino también por la conflictividad derivada de los actores de intereses, lo que genera un contexto muy distinto al de hace algunas décadas. El actual escenario signado por la incertidumbre e inestabilidad –“liquido” en el lenguaje en boga– ayuda poco a predecir cómo será el proceso de gobernar de la próxima administración. Lo que sí podemos prospectar es que existirán importantes restricciones para la gobernabilidad.
La alta participación en las urnas (que alcanzo el 55,6 %, la más alta desde que se cuenta con voto voluntario en Chile), le entrega al presidente electo una alta legitimidad para enfrentar el complejo proceso de gobernar. Ese capital político probablemente le sirva para ponerlo a disposición de un escenario incierto que afectará las condiciones actuales de gobernabilidad.
Varias serán las restricciones para la gobernabilidad. Por de pronto la situación económica y social, resultado de la pospandemia, impondrá muchas limitaciones al futuro gobierno. Por cierto, mucho más si es que esta no hubiera existido. Resolver problemas públicos en un contexto de restricciones económicas hará más breve la “luna de miel” del nuevo gobierno y generará un aumento de la conflictividad social infladas por las promesas y expectativas del largo ciclo electoral.
A lo antes señalado se agrega un escenario político marcado por la incertidumbre de las reglas del juego y de cambios en la correlación de fuerzas en el Congreso. La Convención Constitucional concluirá su trabajo el 4 de julio de no mediar una extensión de dicho plazo que por ahora no se ve factible. De este modo, el escenario probable para el plebiscito de salida será los meses de septiembre/octubre. De aprobarse la entrada en vigencia de la nueva constitución será en el último trimestre del año, extendiendo por todo el 2022 la falta de reglas y manteniéndose durante el próximo año porque el texto constitucional, independientemente de su aprobación, deberá ser complementado con la legislación ad-hoc que es un proceso más lento que el de la etapa constituyente propiamente tal.
Por otra parte, la composición del Congreso electo no reproduce en forma simétrica la actual lógica oficialismo/oposición. Lo anterior genera incentivos para el equilibrio y obliga necesariamente al próximo Poder Ejecutivo a intensificar la búsqueda de acuerdos con las fuerzas representadas en el Parlamento para darle viabilidad política a sus reformas y para poder gobernar.
Al escenario económico/social complejo, la incertidumbre de reglas y un Ejecutivo con mayoría frágil en la Cámara de Diputados, y con un virtual empate en el Senado, se suma la permanencia en algunos sectores del movimentismo chileno de lógicas de la impugnación, de un clima destituyente con la elite del poder y de una creciente polarización afectiva.
De este modo, los dos procesos en curso descritos más arriba –nuevo ciclo político y restricciones para la gobernabilidad– parecen confirmar que gobernar se ha tornado, cada vez más, una tarea compleja y conflictiva. Lo anterior es tributario no solo del tipo de problemas o de la multiplicidad de actores que buscan intervenir en el proceso gubernamental, sino también por la creciente dificultad para procesar problemas y ofrecer respuestas en clave de políticas públicas efectivas y eficaces.
La evidencia de que disponemos muestra que la volatilidad de los gobiernos, la rápida erosión de sus bases de apoyo y la dificultad para dirigir procesos complejos, tiene su origen en un hecho fácilmente comprobable: sabemos mucho más de cómo conseguir el poder que acerca de qué hacer con él. Aquí radicarán las tensiones que el presidente electo, que se posiciona el próximo 11 de marzo, deberá enfrentar en el contexto complejo de un nuevo ciclo político y de restricciones a la gobernabilidad democrática.
Marco Moreno
PhD. Ciencia Política, Universiteit Leiden, Países Bajos; exdecano de la Facultad de Gobierno y actualmente director de la Escuela de Gobierno y Comunicaciones de la Universidad Central de Chile.