–a prósito del Día Mundial de Internet: 17 de mayo)–
Mariengracia Chirinos
SUMARIO
Antonio Pasquali ofreció un buen café y puso sus lentes en el sofá de su sala para comenzar esta conversación sobre la importancia del derecho a la comunicación en tiempos en los que el acceso al Internet debe ser considerarado prioritario. Desde su sillón, Pasquali lamentaba la precarización de los servicios de telecomunicaciones en Venezuela y le preocupaban los fenómenos de incomunicación que se volvían recurrentes en el país. A su juicio, esta situación representaba un drama cuando pensaba en las prioridades que tiene Internet y las tecnologías electrónicas en el desarrollo de las sociedades.
Tómate tu café que se va a enfriar, es traído de las montañas de Biscucuy, en Portuguesa. De esta manera, Antonio Pasquali hacía una pausa en una conversación sobre comunicación e Internet para que su visita disfrutara del placer de un buen café.
Italiano de nacimiento y venezolano por decisión, a Pasquali no solo le apasionaban los fenómenos de la comunicación, según cuentan sus amigos de la academia, sino que también le interesaban la cocina, el chocolate y, sobre todo, un buen café, de esos que se encuentran en tierras venezolanas.
Llegaba la media mañana del 31 de mayo de 2018. Le quedaban, sin saberlo ni advertirlo, 492 días de vida. Pisaba los 89 años y su lucidez impactaba al igual que su sabiduría, que se dejaba ver en su cabello y su barba blanca. Vestía una camisa manga corta, negra, de cuadros y una bermuda color caqui, desenfadado como quien está en la comodidad de su hogar.
Pasquali seguía activo y con un afinado pensamiento crítico luego de haber acumulado años de estudio y teorización sobre los procesos comunicacionales. Mantenía sus ideas claras, complejas y agudas, las mismas que lo consagraron como uno de los intelectuales de esta área más importantes en Venezuela, América Latina y el mundo; así ha sido considerado por el International Association for Media and Communication Research (IAMCR).
Esa mañana ponía sus lentes en el sofá de su sala mientras hablaba de la importancia del derecho a la comunicación en tiempos en los que el acceso al Internet debe ser considerarado prioritario. Desde su sillón, Pasquali lamentaba la precarización de los servicios de telecomunicaciones en Venezuela y le preocupaban los fenómenos de incomunicación que se volvían recurrentes en el país. A su juicio, esta situación representaba un drama cuando pensaba en las prioridades que tiene Internet y las tecnologías electrónicas en el desarrollo de las sociedades.
Meses después de esta conversación, en Venezuela han fallado con frecuencia los servicios de telecomunicaciones por la fragilidad de las condiciones en las que operan las empresas nacionales y, también, por las fallas eléctricas que se han repetido a lo largo de 2019. Con ellas se han intensificado las interrupciones del servicio de Internet, según los reportes del Instituto Prensa y Sociedad de Venezuela.
En medio de estas agitaciones nacionales, Pasquali viajó de Venezuela a España, donde murió. Dejó un extenso legado sobre la crítica en comunicación que trasciende fronteras.
Este diálogo lo rescatamos para Prodavinci, en la memoria y en la propia voz de Antonio Pasquali, quien retrata el estado actual del acceso a Internet en Venezuela, analiza las políticas públicas, teoriza sobre la comunicación en la era del Internet, establece las condiciones de servicio público y orienta sobre el rol de un regulador internacional que garantice las libertades digitales.
El subdesarrollo
Yo digo que hablar de desarrollo en telecomunicaciones en Venezuela es hablar ya de una quimera, porque nosotros nos estamos yendo al siglo XVIII. Nos estamos yendo a la época que nos harían falta palomas mensajeras y cosas de ese tipo.
En Venezuela nos cortan la posibilidad de hablar, es todo un drama. Menos mal que la tecnología universal viene en ayuda nuestra, porque las deudas internacionales y la falta de inversión en materia de telecomunicaciones han traído como consecuencia la incomunicación.
El Estado aprovecha y le conviene que aquí estemos muy mal comunicados porque eso sirve a sus intereses, pero esa incomunicabilidad que sufrimos no la ha producido él, sino que la ha producido un desorden general que yo llamo subdesarrollo tecnológico, cruzado con otra dimensión que es el populismo. Fíjense, las condiciones del subdesarrollo que vive el país se sienten en casi todos los sectores de su actividad, especialmente, de servicios de cualquier tipo. Nos están ganando todos los estados africanos.
La era de los emisores
La comunicación es un proceso sistémico que cruza todos los planos de la sociedad. Y es que sin comunicaciones no hay sociedad. Por esto, el Internet vino para acabar con la época de la incomunicabilidad, esa época en la que los tres grandes medios –la prensa, la radio y la televisión– eran los dueños del mundo, en la cual nosotros no teníamos acceso como emisores, éramos solo receptores. El Internet nos ha devuelto la capacidad de ser emisores.
Yo le digo a la gente que se queja de que en la familia está cada uno por su lado –hay chistes y todo sobre esto– que por qué no toman en cuenta, por ejemplo, a la señora de La Pastora, en Caracas, que todas las mañanas habla gratis, media hora, con su hija que está en Australia. Ella no sabe nada de la tecnología, pero le han enseñado cómo entrar a Whatsapp o a Skype. ¿Eso no es comunicación? Por eso yo pretendo que debemos romper la diferencia entre lo virtual y lo real, porque en nuestra época la virtualidad se ha convertido en un atributo despectivo, y lo cierto es que la “comunicación virtual” es tan real como cualquier otra, por supuesto no es como la comunicación interpersonal, pero el hecho incluso de que haya aparecido la imagen –en las comunicaciones digitales– le agrega mucho valor porque permite que nos identifiquemos.
Servicio universal
Hay que garantizarle a la población la universalidad del servicio al Internet, tanto tecnológica como económicamente. Por eso, las instituciones deben garantizar que las políticas del Internet tengan todos los atributivos de un servicio público.
Uno de ellos es la universalidad. Yo digo que, entendiendo el acceso al Internet como un servicio público, se debe tratar por igual a quien está en San Fernando de Atabapo, en Amazonas, como a quien vive en La Castellana, en Caracas. Eso es universalidad absoluta.
Otro de los aspectos es la adecuación, que debe terner en cuenta la distinción de la población a través de una pirámide cultural-educativa diversa. Todo el mundo, a todos los niveles, debe tener acceso a Internet. Nada de eso de Internet de dos velocidades, de distintas categorías.
Internet incluyente
Otro de estos capítulos de este subdesarrollo que toca el Internet tiene que ver con la legislación, pues la de Venezuela es decimonónica, está hecha por y para telefonistas, consolidando la visión de casi monopolios. En la ley actual, la palabra Internet aparece, de chiripa, una sola vez. Ahí no está ni el presente ni el futuro del Internet, solo está el pasado. No existe el mundo actual ni el que viene.
Yo no creo que debamos comenzar por reformar o reescribir la ley de telecomunicaciones. Hay que comenzar con actos nuevos y no con leyes nuevas. La ley puede venir después. Pero desde luego, el país necesita una ley de telecomunicaciones para el siglo XXI, donde se considere la universalidad del servicio, neutralidad de la red, equidad para que todos la respeten. Todo eso debe figurar en una ley para que todo el mundo la respete.
Regulador internacional
Con una humanidad que gasta el 13 % de sus riquezas en comunicación de las riquezas, yo no pienso que necesitemos un regulador nacional para los asuntos de Internet, todos son peligrosos. Yo pienso en una normativa mundial controlada por un tribunal absolutamente independiente. Hay un Tribunal Penal Internacional, ¿por qué no puede haber un Tribunal Internacional de la Comunicación? Entonces, imagine usted un tribunal internacional regido por figuras más allá de toda sospecha, porque el Internet no puede ser reducido a un problema nacional porque es global. Ontológicamente no tiene nada de nacional.
Antonio Pasquali, el teórico de la comunicación, pensaba y defendía las potencialidades libertarias del Internet. Se autodefinía como fanático y defensor de la comunidad de Wikipedia. No tenía redes sociales, pero sí accedió a tomarse selfies para despedir esta conversa.
*Este texto se publicó originalmente en octubre de 2019 en Prodavinci https://prodavinci.com/internet-en-la-memoria-y-la-propia-voz-de-antonio-pasquali/
Mariengracia Chirinos
Periodista, investigadora y consultora, especializada en derechos humanos, libertad de expresión e Internet. Con posgrados en Libertad de Expresión; Comunicación para el Desarrollo (UCAB) y Gerencia Pública (IESA). Actualmente se desempaña como gerente de proyectos en Prodavinci.