AUTOR: Andrés Cañizález
Este año 2018 la dimensión política será el centro de la crisis compleja y profunda que vive Venezuela. El escenario de un cambio político es factible, presionado por una crisis económica y un presidente Nicolás Maduro que insiste en permanecer en el poder. La pretensión de pretender permanecer en el poder de Maduro, en mi opinión, podría ser el detonante de cambios en la vida institucional, sin que aún se vea con claridad cómo se expresarían estas eventuales transformaciones.
La dimensión comunicacional será clave en una Venezuela que tendrá como telón de fondo una crisis económica sin precedentes y una abierta lucha por el poder, no sólo en el esquema conocido hasta ahora de oposición-chavismo, sino de posibles fracturas dentro del chavismo-madurismo ante la estrategia de Maduro de querer prolongar por 6 años más su presidencia. Una eventual reelección de Maduro, bajo un esquema electoral en el que no se reconozca la verdadera voluntad popular, lo percibo como un detonante de cambios y rupturas, principalmente dentro del polo oficialista.
Dada la impopularidad de Maduro, a quien la mayoría de venezolanos percibe como el principal responsable de la crisis, un ejercicio del poder presidencial será la imposición de una “narrativa”, cosa que ya viene sucediendo con la proyección única de Maduro en las cadenas nacionales de radio y televisión. Comenzando este 2018 el gobierno ha transmitido un número considerable de cadenas cuyo guión se repite: Maduro en campaña entregando bonos y ayudas.
La crisis económica, al no ser asumida como tal y por tanto sin tener medidas que busquen resolverla de fondo, transcurre como otro factor detonante de situaciones, difíciles de predecir, pero que podrían tener impacto político. La realización de protestas en los mismos días de navidad y el inicio de 2018 en medio de saqueos, evidencian un clima social caldeado. Al tener las medidas de Maduro un carácter netamente propagandístico y comunicacional tales como la entrega de bonos o el aumento del salario mínimo, la crisis se sigue alimentando y creciendo.
Referencial.
Asuntos como el hambre, la desnutrición, el desabastecimiento o la inflación sencillamente existen y golpean a la sociedad por más que el gobierno en su afán controlador de la comunicación prohíba su difusión por los medios radioeléctricos. La televisión es la plataforma principalmente controlada por el gobierno y en 2018 lo seguirá siendo en ese afán de fiscalizar el relato de lo que ocurre y lo que el venezolano común ve a través de las pantallas tradicionales.
Otras pantallas, del mundo digital, padecen más que de una censura directa de efectos que la limitan seriamente no en su capacidad de contar o relatar, sino en su capacidad de impactar a la sociedad. La condición de tener la peor banda ancha de América Latina incide en el consumo general de información y en el impacto que puedan tener los nuevos medios digitales venezolanos. A eso se le suman apagones frecuentes, bajones en el Internet en determinados momentos y zonas del país, creando bolsones de incomunicación y desinformación.
No será 2018 un año fácil prácticamente en ningún ámbito de la vida nacional. Tampoco lo será en lo comunicacional. Al tener además la dimensión informativa un impacto directo en la percepción y opinión política de la gente, y estando ante un régimen que quiere mantenerse en el poder bajo cualquier circunstancia, entonces es previsible que se ejecuten acciones sobre lo comunicacional en aras de réditos políticos.
Todo tiene su límite, incluso el control de las comunicaciones. El 2018 posiblemente eso también estará a prueba.