AUTOR: Gregorio Salazar
No hay buenas noticias para el conglomerado periodístico de los medios impresos y sus trabajadores en Venezuela, sobre todo si esas noticias proceden de este mismo sector, tan deprimido y en desbandada como el resto de la actividad económica en este atribulado país.
A la larga cadena de medios impresos que han dejado de circular por falta de insumos o por quiebra económica se sumaron, a comienzos de marzo, el diario La Prensa, con 33 años de labor en el estado Barinas, dejando 50 empleados en la calle, y el diario La Región, de Cumaná, Sucre, que dejó de imprimirse después de 44 años. En Barinas antes salieron de juego De Frente y La Noticia.
En Lara, El Impulso, el más antiguo del país con 114 años de trayectoria, volvió a quedar este año sin su edición impresa y sus trabajadores suspendidos sin pago de salarios. El Informador, su principal competidor en el mismo estado, ha venido circulando de lunes a jueves, pero la tendencia irreversible parece ser la misma de otros medios: eliminar su edición impresa, ante la imposibilidad de acceder a los insumos fundamentales, principalmente el papel periódico, por el altísimo costo y porque su venta a un precio preferencial es monopolizada por la tristemente célebre Corporación Alfredo Maneiro, indigna de llevar el nombre de un luchador democrático. El espacio digital ha sido el refugio de esos medios, como ocurrió recientemente con El Nuevo País. Para otros ni eso.
Al mismo tiempo, los que fueron grandes periódicos regionales se han visto en la necesidad de cerrar o reducir al mínimo sus corresponsalías en Caracas. La de El Carabobeño, el principal diario de Carabobo con más de 80 años de existencia, desapareció, y la de El Impulso, que fue una de las mejor nutridas y equipadas, funciona con dos redactores y un fotógrafo.
Entre 2013 y 2016, 22 periódicos cerraron por falta de papel y en 2017 la lista de medios desaparecidos incluyó otras 46 radioemisoras y 3 televisoras. Todas son cifras extraoficiales, pues el Estado venezolano que oculta hasta el índice de precios al consumidor mucho menos se va a ocupar de divulgar semejantes estropicios. El cierre de emisoras radiales superar largo el centenar.
Si ya el auge de los medios digitales restaba presencia y eventualmente desplazaba los impresos, en Venezuela la crisis económica que ha barrido miles de industrias y de potenciales anunciantes dejó al entramado mediático nacional sin base de sustentación. Al principio, el adelgazamiento de su paginación y la reducción de puestos de trabajo fueron las medidas de readaptación, pero el derrumbe ha seguido su marcha sin medida a la vista que lo contenga.
Dos nuevos elementos se han venido a sumar a este desastre: el primero, la estampida del recurso humano venezolano en cifra superior a los 4 millones, lo cual abarca no solamente al sector de la producción, sino a universidades, hospitales, el comercio en general e incluso la otrora opulenta PDVSA, incapaz de retener en sus nóminas desde obreros hasta gerentes. Y el segundo, por increíble que parezca, es la falta muy aguda de papel moneda que padece los venezolanos. Muy pocos son los que pueden dedicar su efectivo, desde Bs. 6 mil hacia abajo, a la compra de periódicos, con lo cual pierde la industria periodística otra fuente de ingresos.
El gobierno de Nicolás Maduro se ha jactado de haber achatado la pirámide salarial, a semejanza de lo ocurrido en Cuba. Probablemente más del 90 % de los trabajadores ganan el salario mínimo. Hoy ese “logro” se revierte contra el propio sector público. Dos ejemplos en el sector de los medios propiedad del Estado: Ultimas Noticias, el diario de mayor circulación, con mejor insfraestructura y dotación tecnológica y cuyos periodistas disfrutaban del mejor convenio colectivo de trabajo está técnicamente quebrado y con sus trabajadores en permanente demanda de una remuneración que al menos les permita llevar los alimentos a sus familias y educar a sus hijos. Y en los medios audiovisuales está el caso del canal internacional Telesur, medio que disponía de dólares a manos llenas, donde casi doscientos trabajadores presentaron la renuncia a sus cargos entre enero y febrero de 2018.
La hegemonía comunicacional concebida, modelada e implantada a lo largo de los años el autoritario proceso chavista, por encima incluso de los cálculos de quienes la proyectaron, es hoy para el gobierno de Nicolás Maduro una herramienta fundamental en su objetivo de sojuzgar a la depauperada sociedad venezolana e implantar un modelo de perpetuación en el poder. Al mismo tiempo resulta una inmensa ventaja de cara a un proceso electoral como el que se ha fijado para el mes de mayo y donde Maduro buscará la reelección presidencial.
Sin embargo, muchos son todavía los periodistas que se mantienen firmes en el cumplimiento de su labor informativa, a pesar de los riesgos, amenazas y las medidas de persecución que se ejecutan, como ocurrió recientemente con cuatro periodistas del portal Armando Info, que debieron salir del país luego de ser demandados por denunciar un caso de corrupción gubernamental en el negocio de la importación de alimentos. La esperanza es que esa tenacidad no sea en vano, sobre todo cuando se trata de encontrar el rumbo hacia la libertad y la democracia.
FUENTE: http://www.expresionlibre.org.ve/articulos/sigue-el-holocausto-de-los-medios-en-venezuela