En Lara, El Impulso, el más antiguo del país con 114 años de trayectoria, volvió a quedar este año sin su edición impresa y sus trabajadores suspendidos sin pago de salarios. El Informador, su principal competidor en el mismo estado, ha venido circulando de lunes a jueves, pero la tendencia irreversible parece ser la misma de otros medios: eliminar su edición impresa, ante la imposibilidad de acceder a los insumos fundamentales, principalmente el papel periódico, por el altísimo costo y porque su venta a un precio preferencial es monopolizada por la tristemente célebre Corporación Alfredo Maneiro, indigna de llevar el nombre de un luchador democrático. El espacio digital ha sido el refugio de esos medios, como ocurrió recientemente con El Nuevo País. Para otros ni eso.