De modo que el primer dilema de la transición venezolana se deriva del simple hecho que todos los actores deben aceptar, incluyendo el chavismo y los sectores militares, que cualquier salida de ahora en adelante pasa por esta institución. No es casual que cuando algún factor de poder dentro de la coalición dominante amenaza con disolver la Asamblea Nacional o con detener a su presidente, inmediatamente esa decisión es esquivada por otros grupos que saben que esa jugada podría ser temeraria, precisamente, porque es una imposibilidad, es decir, porque termina siendo un conjunto vacío. No hay amnistía, no hay financiamiento, no hay reconocimiento internacional, no hay remoción de las sanciones, no hay manera de recuperar la industria petrolera y, a fin de cuentas, no hay legitimidad de ninguna alternativa transitoria, que no pase por el tamiz de ese filtro institucional.