Con respecto a Coisa mais linda (director: Caito Ortiz, 2019) nos interesa subrayar la osadía de los brasileños para remover la trastienda de su cultura popular en busca de propuestas narrativas muy suyas que también enganchen a la audiencia internacional. Tomando en cuenta que en las próximas páginas se hablará exclusivamente de la primera temporada de esa serie brasileña, juzgué apropiado citar una investigación de Nora Mazziotti (1). Sus postulados resultan muy esclarecedores para apreciar la riqueza audiovisual del dramático ambientado en 1959. Cuando la responsable del Observatorio Iberoamericano de la Ficción Televisiva (OBITEL) en Argentina nos habla del modelo brasileño de telenovela (TV Globo), Mazziotti se explaya sobre su forma de interrelacionarse con el núcleo familiar y el modo en que los espectadores reconocen, reconstruyen y aprehenden el mundo.
Se muestra moderno, ágil, colorido. Desde la presentación misma, es fuerte el cuidado de lo visual, del ritmo. Expresa una estética de las clases medias, que son
su enunciatorio.
Es un modelo permisivo en el plano moral. No hay condena explícita a la sexualidad, se permiten parejas en las que la mujer es mayor o en las que la madre sea amante de quien después será su yerno. Aparecen de manera natural, o casi, parejas gays y lesbiana. El sexo se disfruta, el cuerpo se exhibe sin temores, la vitalidad se comunica por todos los poros. Hay un fuerte componente erótico, está en la puesta en escena, en la composición de las imágenes y en los personajes.
Lo caracteriza una notable elaboración estética, que otorga importancia a las tonalidades, a la luz, a la musicalización. Con el desarrollo tecnológico y la utilización de efectos, se amplían las posibilidades de narrar porque se usan en función del relato. Permite los relatos épicos, de multitudes.
Rara vez hacen remakes de un título. Se cuentan historias nuevas. La temática melodramática se mantiene, pero sin la cuota de sufrimiento expresado de manera exagerada, que es característica del melodrama, no hay exceso. Se sufre, pero sin el sentido de absoluto que se da en el modelo mexicano.
Los personajes no expresan las emociones de la misma manera que en el modelo mexicano. Lo hacen de manera más natural, menos desbordada. Me interesa subrayar que no estoy hablando de una cuestión de calidad actoral. No se trata de pensar que los actores brasileros sean buenos y los mexicanos malos como algunos han dicho. Es un tema que se enraíza en las matrices y tradiciones culturales de cada país. Los dos modelos surgen de diferentes escuelas actorales. El modelo brasilero se implanta con el teatro de los 60, en el que imperaba la escuela de actuación naturalista, realista, mientras que el modelo mexicano se alimenta de la fuerte tradición melodramática del cine de los años 30 y 50, a la cual se remite constantemente. La exageración en la interpretación no debe atribuirse a la ignorancia ni a la falta de capacitación o de calidad, sino que es expresión de un acervo cultural. A pesar de la gravitación de la industria que señalaba anteriormente, la cultural actoral de cada nación se pone de manifiesto en las telenovelas.
En el plano de la historia, es un modelo coral. El protagonismo no está únicamente en la pareja, sino que todos los personajes tienen historia, hay varios núcleos narrativos que se desarrollan en ámbitos definidos que tienen personajes y conflictos delineados. A veces esas historias se desenvuelven en forma paralela a la principal.
Si bien hay personajes arquetípicos, no se presentan de manera tan marcada como en el caso mexicano. En las novelas brasileras, los personajes tienden a lo individual, a constituir un carácter, a desarrollar una personalidad. Los personajes crecen, maduran, cambian, evolucionan, eligen, involucionan, dialogan y debaten entre sí, tienen puntos de vistas diferentes, divergentes.
Pero también se debe tener en cuenta que El Clon, Terra Nostra, o El Color del Pecado han sido historias más tradicionales narradas de esa manera. Han sido además las más vendidas. En el caso de El Color del Pecado, el relato era pequeño, se relacionaba con el modelo melodramático más clásico y temáticamente podría haber sido hecha en cualquier otro lugar.
En Brasil la novela forma opinión, impone una agenda, lo que ocurre en la novela se discute en la misma TV, en la radio, en los periódicos, en la calle. Importa todo lo que ocurre en la novela, no se trata solo de una historia de amor. A causa de su relevancia social, ha sido tomada como vehículo apto para la información sobre salud y ciudadanía, por ejemplo.
(2006: 35-37 pp.)