Foto: Silvana Saldisuri
SUMARIO
Los fenómenos asociados a las unidades informativas creadas para confundir, alterar y manipular el sistema de creencias de la población son complejos. Aunque la distinción entre lo que es veraz y lo que es falseado, a la luz de evidencias empíricas y posturas filosóficas, luce relativamente clara ante la premisa según la cual nada puede ser verdadero y falso a la vez, la sofisticación de las unidades de desinformación, tendente a exageraciones y deformaciones más sutiles y engañosas, conduce a categorías y clasificaciones variadas para una mejor discriminación de sus propósitos.
Abstract
Complex are the phenomena related to informative units made to mislead and manipulate the system of beliefs. Though the distinction between veracity and falseness, to the light of empirical evidence and philosophical positions, seems to be relatively clear in accordance to the premise that says things cannot be true and false at the same time, the sophistication of the misinformative units, elaborated with the purpose of exaggerating and undermining people’s interests with more undetectable lies, has been forcing a better and deeper classification and differentiation of their endings.
Es indudable que el hombre siempre ha mentido.
Se ha mentido a sí mismo y a los demás
Alexandre Koyré (1892-1964)
Se explora, a continuación, las modalidades de los bulos para ampliar el panorama conceptual y en clasificaciones posibles para el espectro de contenidos falseados. En función del análisis, con revisión de antecedentes y de otras experiencias en Latinoamérica y el país, se intenta alcanzar una propuesta –que no pretende ser definitiva– de nuevas etiquetas para los desmentidos, las cuales podrían generar enfoques diversos en análisis y artículos en profundidad.
Debemos considerar que todavía estamos en un terreno no definido por completo, y que en el campo aún hay vibrante semantización, experimentación y contrastes de posturas; pero, es el propósito, aportar avances en la categorización con propuestas que vayan afinando y mejorando la visualización del fenómeno que brindamos, útil tanto a investigadores como al público en general.
Antecedentes sobre la mentira y el papel de la intencionalidad
En el panorama periodístico actual, es posible encontrar diversas aproximaciones semánticas sobre la desinformación, las fake news y sus tipos. Algunas de estas ven la importancia de acercarse a una clasificación sobre la base de la intencionalidad.
En la Biblia, se describe a la mentira como una actitud de una persona que no inspira confianza, destaca Vicente Vide Rodríguez (2016), en su texto Análisis filosófico y teológico de la mentira desde la teoría de los actos del habla. En ella destaca que los mandamientos condenan la mentira: “No darás falso testimonio contra tu prójimo” (Éxodo 20: 16; Levítico 19: 12) y realza a San Agustín (354 d.C. – 450 d.C.) en sus obras De mendacio y Contra mendacium, como antecedentes de primer orden en el análisis sobre la mentira.
San Agustín pone la mirada en la intencionalidad para distinguir entre falsedad y mentira, lo que sirve a los fines de esta aproximación, como uno de los primeros antecedentes en clasificar lo que no corresponde con lo auténtico.
Gramigna, (2016) señala que San Agustín atribuye a la mentira la determinada intención de engañar y establece que algo falso no necesariamente tuvo la intención de engañar, dando lugar a dos primeras categorías: lo falso sin intención de mentir, y lo falso con intención de manipular. Al referirse a mentir, San Agustín expresa una perspectiva sobre “hablar contrariamente a lo que se piensa”.
Tomando esta idea agustiniana sobre lo falso sin intención de mentir, se puede visualizar lo que podría ser, en el contexto de la desinformación, un fake news orgánico o error en el manejo de información sensible. Encaja en ello una de las premisas de San Agustín: “Se puede llamar equivocado o temerario a quien afirma un error pensando que es verdad; pero no se puede llamar mentiroso, porque no tiene corazón doble y no tiene apetito de engañarnos, sino que se engaña”.
Adicionalmente, San Agustín establece ocho tipos de mentiras, dependiendo de su gravedad. En la actualidad, estos niveles habrían perdido vigencia y aplicación, revisión que permite ver cierta evolución en las mentiras de acuerdo con su contexto histórico, ya lo comentó una vez Derrida (1995), al afirmar que, a pesar se poder tenerse un concepto más o menos estable de mentira, podrían cambiar la experiencia social, motivaciones y técnicas del mentir, lo cual hace que cualquier clasificación pueda estar sujeta a su época. El mundo medieval condenaba la mentira, esa que, por ejemplo, había sacado al hombre del Edén, producto del engaño de la serpiente. San Pablo, en el Nuevo Testamento, atribuía a los paganos la mentira en contra de la verdad, que era la fe cristiana (Mitre Fernández, 2011). Influido, la mentira más grave para San Agustín será la contraria a la enseñanza del cristianismo.
De esta antigua taxonomía de San Agustín conservaremos la idea sobre los tipos de mentira segunda y tercera, en las cuales se destaca la idea de mentir, falsear la realidad, para dañar a otro. En el ámbito de la conformación de opinión pública en el entorno digital es común encontrar bulos y piezas de campañas sucias para dañar la reputación de instituciones no gubernamentales y de figuras públicas de diversas esferas, no solo política, también económica, empresarial, artística y deportiva. Más adelante, se explora cómo ha sido representado este tipo de contenido falseado por algunas iniciativas.
Consciencia sobre lo satírico como mentira “inofensiva”
Santo Tomás de Aquino (1225-1274) define la mentira como la expresión de algo contrario al propio pensamiento. Coincide con San Agustín en que puede haber alguno que, equivocado, diga una falsedad pensándola como verdadera, sin incurrir en el acto de mentir; distinto a quien, de manera formal, asume como propósito contradecir lo que piensa, en cuyo caso miente, incluso si lo que dice es verdadero. Santo Tomás, según Vide Rodríguez (2016), distinguía tres tipos de mentiras: “mentira jocosa” (dicha para divertirse); “mentira de oficio” (por necesidad, para evitar un mal o procurar un bien); “mentira dañosa” (para hacer daño al prójimo).
Las dos últimas asemejan a algunas ya presentes en la clasificación de San Agustín, pero las sintetiza. Ya en antaño, encontramos referencias a lo que estudiosos de los fake news han caracterizado como “sátira”, para describir ciertas falsedades. En efecto, en el caso de Venezuela ciertas sátiras descontextualizadas de portales humorísticos como El Chigüire Bipolar, han sido alteradas gráficamente para engañar a más de un lector, que ha tomado por cierto el contenido. Lo que fue creado para entretener y divertir, descontextualizado, pierde su intención y dado por veraz, se convierte en bulo. Por ello, hay que incluir, como de hecho lo han inferido contemporáneas clasificaciones, a las sátiras descontextualizadas como fake news.
Otros como Pedro de Cuellar (1325) también se referirán a la mentira con preceptos tocados por el carácter religioso del medioevo, pero este distingue que será grave de acuerdo con sus efectos, por ejemplo, consideraba pecado venial mentir por divertir a los que escuchan, pero mortal cuando se causa daño al prójimo, incluyendo el que presuntamente hacían los herejes, quienes eran considerados responsables de daños espirituales. (Mirte Fernández, 2016).
En lo que respecta conceptualmente a la sátira, no se aprecia intención de falsear la realidad, sino de criticarla a través de ironías.
¿Qué es la ironía? La ironía es un uso figurado del lenguaje, una desestabilización intencional del significado literal, corriente o previsible, destinado a lograr alguna finalidad comunicativa.
[…] En la ironía verbal, el hablante suele transmitir dos o más significados diferentes e intenta mostrar una actitud evaluativa, generalmente crítica ante la realidad. Suelen ser enunciados
polisémicos y ambiguos. (Vide Rodríguez, 2016)
Pero, una vez que entra en juego el arte de un mentiroso, del creador del bulo, para eliminar el logo del portal satírico, transfigurando el contexto del mensaje, la intencionalidad de mentir hace que se pierda el referente del propósito de la sátira, cambiando en el receptor su comprensión.
A ese tipo de bulo, se le podría designar como descontextualización de sátira. Así, por ejemplo, vemos esta gráfica que, a continuación, satiriza la cobertura hecha por el diario El Nacional de los hechos del 4 de febrero de 1992, de acuerdo con el portal satírico El Chigüire Bipolar.
Esta portada fue manipulada por el equipo del referido portal humorístico, generando una crítica con ironía al respaldo que habrían dado algunas figuras que luego fueron vilipendiadas por el gobierno de Hugo Chávez Frías. El problema fue cuando se descontextualizó la sátira, causando interpretaciones erradas en quienes la vieron como cierta, incluido personal de un medio estatal de corte oficialista. La portada real del diario El Nacional, correspondiente al 5 de febrero de 1992, era muy distinta. Lo ocurrido fue analizado por el Observatorio Venezolano de Fake News.
La mentira política organizada en Hannah Arendt
Hannah Arendt (1906-1975) desarrolla un concepto de mentira política organizada, poniendo en relieve cómo un régimen puede falsear realidades y tener la mentira como principio político. Cita a Montaigne (1533-1592) para describir la dificultad de precisar la mentira deliberada, como a una invención un monstro de varios rostros: “Al revés de la verdad, tiene cien mil figuras y un campo indefinido”. Señala que las mentiras políticas modernas se ocupan de cuestiones conocidas por el público, no así de cuestiones consideradas secretas, tratando de minar la realidad en la mente del colectivo. (Martin, 2019).
Para Arendt, la acción política en pro de la mentira moderna requiere de cierta organización, fingiendo y haciendo pretender que no existe una parte del mundo, lo cual requiere un acomodo de toda una estructura de hechos, según lo publicó en su artículo Verdad y política, difundido en 1967, en el cual se refirió a polémicas generadas en su contra, tras la publicación de su reporte sobre el proceso contra Karl Adolf Eichmann (1906-1962), en el cual revisó el daño que la política podía producir en perjuicio de la verdad, dejando en evidencia los efectos de mentiras eficaces y la forma en la cual las ideologías pueden llegar a falsear los hechos.
No es coincidencia que Arendt aluda a que las mentiras más ostensibles y a las que se apele desde los regímenes totalitarios, sean las vinculadas a supuestos hechos, más que a opiniones. Su aporte puede servir como base para reflexionar críticamente sobre las tácticas de fake news aplicadas en terrenos políticos en tiempos contemporáneos, que aluden a hechos inexistentes en el marco del ruedo político. La finalidad de los laboratorios contemporáneos de campañas de desinformación podrían ser semejantes: pretender manipular las creencias de la masa, cambiar la textura y el tablero político. Atribuye Arendt potencial político a la mentira que se hace desde los regímenes de corte totalitario. También encuentra distinción entre la falsedad intencional, deliberada, con el error y la ilusión. Mentir requiere de actividad, infiere. Distingue tres elementos en la mentira:
1.- Una proposición que el mentiroso sostiene como verdadera. […] 2.- Un enunciado que
el mentiroso tiene por falso y que sustituye a la proposición verdadera (decir, pese a la
lluvia, ‘brilla el sol’). 3.- La intención de engaño de parte de quien conoce esa verdad y
emite el enunciado falso, es decir, la intención de lograr que el enunciado que falsea la
verdad sea tenido por verdadero por los receptores (es decir, que no se trata de un
error, una ilusión, una broma o una ironía). (Martin, 2019)
Fuente: Portal El Chigüire Bipolar, fuente: https://www.elchiguirebipolar.net/04-02-2011/%E2%80%9Cchavez-es-la-salvacion-de-venezuela%E2%80%9D-dice-oposicion-de-1992/ Fecha de recuperación: 23 de junio de 2020.
Fuente: Observatorio Venezolano de Fake News. Documento disponible en línea en: https://fakenews.cotejo.info/en-profundidad/humorismo-satira-y-falsas-noticias-el-caso-de-la-falsa-portada-del-diario-el-nacional/ Fecha de recuperación 23 de julio de 2020.
Revisando las reflexiones de Arendt, Martín (2019) conceptúa a la mentira política organizada, descrita por la autora, como:
[…] un acto del lenguaje que, con la intención del engaño, pone en escena una descripción del mundo –de hechos, sucesos, actos– que no se condice con la realidad; en otros términos, una
inadecuación voluntaria entre lo dicho y su referencia, entre las palabras y las cosas.
Y, será política, si tiene como centro lo público, los asuntos concernientes a los ciudadanos.
En clasificaciones que se exponen a continuación, la motivación política es abordada y quedaría definida esta fake news hacia aquella que falsea la naturaleza política de una parte del mundo a la que pretende destruirse, alterarse o desaparecerse del mapa percibido por la comunidad. Estos preceptos podrían ser vinculados, en representaciones más contemporáneas, a términos como “fakecracia”, para aludir a las acciones –expuestas y encubiertas– destinadas a privar el derecho a la ciudadanía a la información y a la imposición de “verdades” de determinados regímenes políticos. (Hernández, 2020)
En clasificaciones que se exponen a continuación, la motivación política es abordada y quedaría definida esta fake news hacia aquella que falsea la naturaleza política de una parte del mundo a la que pretende destruirse, alterarse o desaparecerse del mapa percibido por la comunidad. Estos preceptos podrían ser vinculados, en representaciones más contemporáneas, a términos como “fakecracia”, para aludir a las acciones –expuestas y encubiertas– destinadas a privar el derecho a la ciudadanía a la información y a la imposición de “verdades” de determinados regímenes políticos. (Hernández, 2020)
De las ideas de Arendt sobre la mentira política, también se aprecia la coincidencia de la intencionalidad en quien falsea, pues ella destaca que quien miente sabe que lo hace, sabe lo que oculta o destruye con la mentira. Este criterio, de ser aplicado a los bulos, podría formar parte de la detección que hacen los fackchequers al momento de visualizar el artilugio con las cuales son elaboradas ciertas unidades acordes a esta premisa y que dejan clara la intencionalidad deformante del autor, dada la metodología del engaño aplicada (tomar datos y rediseñarlos, con fotos y textos de pasados contextos, importar unidades falseadas de otros países y cambiarlas de locación, emplear fotos sustraídas de personas ajenas para cambiar identidades y atribuir a hechos inexistentes, entre otras).
En algunas clasificaciones, lo político ha sido descompuesto en varios niveles. Derrida (1995) refiere la mentira tradicional de los gobernantes, relacionada con secretos de Estado. La de Arendt alude a la mentira tendente a la falsedad absoluta y aplica términos relacionados con la propaganda e ideología en el tratamiento de hechos presentados como ciertos desde los regímenes totalitarios.
En 1950, tras la Segunda Guerra Mundial, el periodista y escritor francés Jean Marie Domenach (1922-1997), quien había luchado en la resistencia contra Adolfo Hitler y también era considerado anti-comunista, publica el texto Le propaganda politique, y se refiere a la aplicación de estrategias para “atiborrar el cráneo”, con las cuales se acompaña a los mensajes ideológicos con una artillería de guerra comunicacional desde los regímenes. Observa que con las mentiras se aplica, a modo de estructura desinformativa, el discurso directo de rumores, vocabulario de intimidación, exaltaciones y ambiente propicio para el calado de la manipulación. “Nunca se destacará bastante hasta qué punto las guerras modernas, al favorecer la exaltación, la credulidad y el maniqueísmo sentimental, han preparado el terreno a la propaganda” (Domenach, 4ta edición en español 1968: 18).
Los preceptos de Arendt y Domenach pueden ser transferidos para interpretar los ciberataques y la exacerbación de bulos y campañas de desinformación que han sido atribuidos al régimen de Vladimir Putin. Alina Polyakova y Spencer Boyer (2018) investigaron los esfuerzos que desde el Kremlin se emprendieron contra naciones democráticas en la segunda década del tercer milenio y encontraron acciones como la diseminación de fake news y desviación de atención, a través de canales en diversos idiomas, para insertar historias falsas y/o desviadoras de la realidad, con desarrollo de propaganda digital –con ayuda humana (trolls) o autómata (bots)– e identificación de vulnerabilidades sociales para incrementar la polarización, afectar resultados electorales y desacreditar instituciones democráticas en Occidente.
Otro antecedente de aplicaciones de mentiras políticas, incluso por parte de gobiernos considerados democráticos, es el globo de ensayo, constructo que también se encuentra en teorías de comunicación política y que algunos periodistas han adaptado a contemporáneas interpretaciones sobre las fake news relativas a políticas públicas.
El globo de ensayo se emplea, sobre todo, en la propaganda de guerra o para preparar un cambio de política exterior. Son éstas, a veces, misiones sacrificadas. Si la reacción de la opinión
pública es desfavorable, o si las circunstancias cambian súbitamente, el diario o el informador encargado de lanzar el globo de ensayo es desautorizado y acusado de falta de seriedad, aún
de provocador; al servicio del adversario. (Domenach, cuarta reedición en español, 1968: 64)
Otro antecedente de aplicaciones de mentiras políticas, incluso por parte de gobiernos considerados democráticos, es el globo de ensayo, constructo que también se encuentra en teorías de comunicación política y que algunos periodistas han adaptado a contemporáneas interpretaciones sobre las fake news relativas a políticas públicas.
El globo de ensayo se emplea, sobre todo, en la propaganda de guerra o para preparar un cambio de política exterior. Son éstas, a veces, misiones sacrificadas. Si la reacción de la opinión
pública es desfavorable, o si las circunstancias cambian súbitamente, el diario o el informador encargado de lanzar el globo de ensayo es desautorizado y acusado de falta de seriedad, aún
de provocador; al servicio del adversario. (Domenach, cuarta reedición en español, 1968: 64)
En suma, podría inferirse que en materia política habría varios fines manipulativos. Tal vez, podría iniciarse una categorización profunda en materia política. Por ahora, se propondrá el uso del calificativo “político”, para el bulo que, independientemente de sus modalidades, –sean estas propagandística, destructiva de reputaciones o globo de ensayo–: tenga como factor común la pretensión de incidir en la opinión pública para controlar socialmente a la colectividad o los temas en “el cráneo del ciudadano” relativos al poder.
Derrida (1995), al analizar los postulados del Arendt, deja una visión apocalíptica de la verdad, que podría servir para abstraer los resultados de una fakecracia como la que se vive en Venezuela, donde censura, hegemonía comunicacional y laboratorios encubiertos de mentiras con tinte ideológico y propagandístico, parecen no solo haber trastocado la verdad –aproximación coherente, correspondiente a la realidad–. Parece haber, de hecho, sustituido la realidad, reescribiendo la historia y dejando en el paroxismo otras versiones de una sociedad apenas resistente con algunas iniciativas periodísticas digitales:
Como ahora la imagen-sustituto ya no remite más a un original, ni siquiera a un original representado ventajosamente, sino que lo reemplaza ventajosamente pasando del estatus de
representante al de reemplazante, el proceso de la mentira moderna ya no sería la disimulación que enmascara la verdad sino la destrucción de la realidad o del archivo original. (Derrida,
1995)
Las fake como resultantes de manipulación política tienen una característica similar a la mentira política descrita por Alexandre Koyré: “Cuanto más miente un aparato político, más hace del amor por la verdad parte de su retórica” (Derrida, 1995), máxima aplicada no solo al caso de Venezuela, también lo vemos en otros gobiernos en su repetitiva acusación contra algunos medios y periodistas, por la supuesta elaboración de fake news.
La desinformación producto del “reencuadre”
En el panorama de bulos que han circulado en Venezuela ha sido frecuente el uso continuo de estrategias para jugar con la percepción del público, al colocar, como noticia fresca, mensajes, contenidos, videos y audios ocurridos meses e incluso años atrás.
Sobre el impacto del “encuadre” hay literatura en torno a los efectos de la comunicación. En su artículo “Expansión de los efectos de la comunicación política”, Jack McLeod, Gerald Kosicki y Douglas McLeod (1994), el encuadre de una información o contenido en la audiencia causa un efecto en su interpretación de la realidad, al percibir, etiquetar y asimilar un contenido en un determinado contexto. Es lo natural, pues la información debe causar un impacto como parte de las concatenaciones de hechos que son conocidos por los receptores.
Pero, ¿qué ocurre cuando se le presenta un hecho, aparentemente olvidado o que bien podría calzar en coherencia de las expectativas actuales, como cierto y actual, sin serlo? Pues que el reencuadre cambie la interpretación de datos en la mente del receptor, recomponiéndolos con otras interpretaciones causales, alterando la percepción de su realidad. Así encontramos bulos frecuentes, por ejemplo, de funcionarios anunciando a destiempo nuevas radicalizaciones de medidas de orden público vinculadas con la escasez de combustible, correspondientes a meses previos, causando confusión por el “reencuadre” del evento o de la declaración.
De manera natural, el individuo encuadra y reencuadra su realidad, da significado a las representaciones cognitivas sobre elementos del discurso público, presentados, por ejemplo, por un espacio informativo. Habría posibilidad de incidir en la lectura de la realidad, manipulando este encuadre o reencuadre. (McLeod, Kosicki y McLeod, 1994, p. 190). Hay quien apela a la mentira para alterar estos procesos. ¿Qué pasa si se presentan hechos de un pasado remoto o cercano, como nuevos, alterando las relaciones causales, para desconcertar al receptor, confundirlo, decepcionarlo ante nuevas expectativas o revigorizar su polarización, ante nuevos resabios ya superados? Por el impacto de esta práctica, es posible hablar de un fake por reencuadre. Así han sido detectadas algunas unidades que circulan por redes sociales en Venezuela. Se citan ejemplos a continuación:
Descarte de la fe, de lo celestial, en materia de fake news
Contrario a otras épocas, la era actual no goza de entes que establezcan “la verdad” en materia de fe, y la libertad de culto es un derecho humano previsto en buena parte del mundo.
Nos referimos a la unidad relacionada con las cadenas, mensajes y posts que versan sobre el resultado de rezar siete, nueve, “N” veces una oración, sobre el poder de transmitir a “N” número de contactos una determinada exhortación; hacemos alusión a la imposibilidad de auditar el poder mismo de la fe, sin caer en el terreno de limitar, cuestionar la propia creencia del individuo. ¿Cómo cuestionar la posibilidad de que el éxito o el fracaso percibido en la vida de una persona entre en el terreno de lo real o de la sugestión? Eso sería juzgar de manera profunda su fe y en cuestión de fe, se tiene el derecho a creer hasta en el movimiento de montañas a voluntad.
Sería válido para hacer este descarte apuntar a la postura de Campbell (2006), para quien las religiones ofrecen convenciones simbólicas que dan sentido a la existencia y que llevan a las personas a asumir lo imposible en el marco de la fe, los rituales y las alegorías.
Es preocupante la diseminación de elementos que combinan la fe con la figura de ciertas figuras políticas, pero aquello es más relativo a la imagen política que a la fe.
En naciones como El Salvador, colegas nos han expresado preocupación por la vinculación del papel del Señor con la obra del mandatario Nayib Bukele, de lo místico en su perspectiva. Ya lo mencionaba el historiador Enrique Krauze en su texto Redentores (2011), en el cual menciona el caso del venezolano Hugo Chávez, quien, señala, acudía al consejo de Simón Bolívar, con una silla vacía dedicada a él en ciertas reuniones. De esta combinación, de elementos de teocracia política, no hacemos descarte.
Se puede verificar periodísticamente lo que los portavoces de cualquier religión hayan dicho como parte del acontecer mundano, informativo, de interés colectivo. Cuando se descarta una clasificación relacionada a los fake sobre milagros o efectos de pruebas de fe, no se hace mención a la circulación de supuestos mensajes del papa Francisco, nunca expresados por el sumo pontífice, sobre la supuesta colocación de un lazo blanco en la puerta para evitar que entre el COVID-19 en casa, como de hecho circuló. En este caso existe una jerarquía eclesiástica, con sus voceros, que pueden desmentir un bulo de este tipo, como en efecto lo hicieron en tiempos de cuarentena por la pandemia mundial declarada en 2020.
También debería hacerse mención a quienes analizaron la mentira y la verdad desde los actos del habla, como se expone en teorías de Austin, Searle y Habermas. En torno a estas aproximaciones, Vide Rodríguez (2016) asume como importante que se incorpore en el análisis de la mentira las dimensiones de la verdad en cuanto a coherencia, fidelidad, transparencia y honestidad que se espera tengan los actos del habla. Las pretensiones universales de validez comunicativa del acto de habla son inteligibilidad, verdad, veracidad y rectitud, indica Vide Rodríguez.
La invalidez de estos postulados del habla conduce a una amplia zona gris. “Los estados más típicos de los actos de habla son las zonas grises entre no comprensión y malentendido, entre no veracidad involuntaria y la intencionada, entre la no concordancia velada y la no concordancia abierta” (Vide Rodríguez, 2016).
Algunas clasificaciones recientes
Sobre las fake news y sus tipos, Claire Wardle (2017) señala que se debe analizar los tipos de contenidos, las motivaciones y las formas en las cuales se divulgan. Estableció siete categorías ordenadas según su grado de intención de engaño deliberado.
1. Sátira o parodia: el objetivo no es el engaño, sino la sátira, pero la información tiene el
potencial de inducir a error, dado que su formato es similar al de las noticias
auténticas.
2. Conexión falsa: los titulares no resumen con exactitud el contenido de la nota
periodística.
3. Contenido engañoso: uso engañoso de información para enmarcar un tema o una
persona.
4. Contexto falso: el contenido genuino se enmarca en un contexto falso.
5. Contenido impostor: las fuentes genuinas son suplantadas.
6. Contenido manipulado: la información o imágenes genuinas son manipuladas.
7. Contenido inventado: contenido totalmente falso, creado con el objetivo de dañar o
engañar.
Wardle cruzó su información, según refiere en su artículo, con hallazgos de Eliot Higgins, fundador de la red de investigación en línea Bellingcat, en cuanto a los motivos de los bulos. A los cuatro motivos que halló él, resumidos en las cuatro: pasión, política, propaganda y pago, Wardle agregó otros cuatro motivos y diseñó el siguiente gráfico:
Por su parte, Victoria Rubin, Yimin Chen y Niall Conroy (2017), en un artículo titulado ‘Deception detection for news: Three types of fakes’, bajo el análisis de numerosas unidades falseadas, agruparon su clasificación en solo tres:
1. Engaños sensacionalistas. Con apego a antecedentes sobre prensa amarillista, incluyen
en esta clase a las historias no verificadas y titulares llamativos, exageraciones,
escándalos o sensacionalismo para aumentar los lectores.
2. Bulos (hoaxes) a gran escala. Intentos de engañar al público con unidades disfrazadas de
noticias, a veces recogidos y validados por error por los medios de comunicación
tradicionales. 3. Sátira. Similar concepto a los abordados bajo esta categoría,
previamente expuestos.
Carlos Lucas Alcorta (2018) presenta otra clasificación, ampliando el perímetro a dieciocho tipos:
1. Noticias falsas.
2. Bulos.
3. Leyendas urbanas.
4. Información sesgada.
5. Enfoques sensacionalistas.
6. Tratamientos poco rigurosos.
7. Rumores reales o inventados.
8. Datos cocinados.
9. Globos sonda.
10. Ideas, citas o manifestaciones erróneamente adjudicadas a autores.
11. Declaraciones sacadas de contexto.
12. Revelaciones vacías.
13. Mensajes de cuentas falsas o anónimas.
14. Plagios y refritos.
15. Simplificaciones, generalizaciones y desenfoques.
16. Información patrocinada.
17. Publicidad disfrazada de análisis.
18. Opiniones negativas de supuestos clientes.
Alcorta encuentra diferencias entre las noticias falsas y los bulos (1 y 2), definiendo a las primeras como “[…] sucesos o declaraciones inventadas que se presentan en medios de comunicación[…] ” y a los segundos como “[…] noticias un tanto chocantes, que afectan de modo directo a alguna persona, institución, empresa o asociación y le adjudican una declaración, comportamiento o decisión que la deja en mal lugar”.
Este autor define “las leyendas urbanas” (3), como informaciones que sostendrían que “[…] detrás de un problema o amenaza que ya viene de lejos hay una explicación que denota la existencia de una conspiración o la acción de poderes ocultos.” Entiende la “información sesgada” (4) como “[…] versiones de los hechos acontecidos que se enfocan siempre de la manera que mejor ayuda a una causa ideológica, pretensión o proyecto”.
Sobre lo que denomina “enfoques sensacionalistas” (5), Alcorta se refiere a presentaciones que potencian solo aquello de los hechos que resulta más morboso, “[…] con el fin de que protagonice una información atractiva con potencial adictivo”. Por “tratamiento poco riguroso” (6), contempla el rango de las “adulteraciones informativas” que se producen cuando, cita ejemplos, existe una declaración de alguien que acusa a otra persona, y se presenta lo que dice como si hubiera ocurrido en la realidad, cuando se da por probado lo que solo es una sospecha o cuando se confunde información con opinión en un grado que excede la respetable visión subjetiva.
Este punto deja visible la posibilidad de fake news por error periodístico. Aunque no es muy frecuente, en el escenario de la opinión pública venezolana se han registrado casos, tales como estos:
Como “rumores reales o inventados” (7), Alcorta entiende “[…] las noticias basadas en rumores en la que su autor confirme su acierto al cabo de unos días, pero si se sustentaron en bases endebles o inexistentes, su propia presentación habrá sido falsaria[…]”, y destaca el potencial pernicioso en imagen y reputación de las personas involucradas en el contenido, el hecho de incurrir en este tipo de noticias como práctica, para dejar suelta información sin confirmar.
Nótese que en el anterior, también aplicaría la clasificación de error en el criterio periodístico. El autor también se refiere a un fake news de tipo “Datos cocinados” (8), que define como “[…] aportaciones derivadas de fórmulas de cómputo o de reglas de estimación que se presentan como objetivas (reales o bien fundamentadas), pero en las que el enfoque se estira o el criterio se fuerza para que el resultado obtenido no se aleje en exceso del que interesaría a quien encarga el trabajo”. Además, también menciona a los “Globos Sonda” (9), de similar concepto a los globos de ensayo anteriormente descritos en este texto. El número 10 de su clasificación, “ideas, citas o manifestaciones erróneamente atribuidas a autores”, las limita a frases, citas que se adjudican a personajes actuales o históricos sin que haya prueba de autenticidad, con potencial de generar leyendas urbanas.
También descarta Alcorta las declaraciones sacadas de contexto (11), describiéndolas como “[…] extractos de declaraciones no ficticias, pero que se aíslan del resto del comunicado o exposición de ideas efectuado por el autor para que lo transmitido por este adquiera una connotación que no tenía”. Estas descontextualizaciones las limita a las palabras, pero en la práctica son numerosos los casos de descontextualizaciones de fotos o videos trasladados artificiosamente a otros contextos espaciales o temporales. Esta exposición de Alcorta recuerda ideas de Domenach (1950), quien señaló que el cortar frases y desvincular citas de contexto eran herramientas empleadas para “dirigir espíritus” en el manejo de propaganda política por parte de regímenes. Ejemplos de descontextualizaciones de fotos, palabras, hay varios en los bulos que circulan en Venezuela.
Otras clasificaciones del autor, el apartado para las revelaciones vacías (12), que define como un “[…] fragmento de algo que alguien, no se sabe quién, dijo o escribió, no se sabe cuándo ni dónde, pero se le identifica de modo genérico como un político de derechas, o de izquierdas, o de un partido concreto, o como un cargo de un organismo o institución nacional o internacional, o como un empresario, un artista, un reclutador laboral, un directivo o ejecutivo”. En esa clase estarían numerosos mensajes de audio y texto, en su minoría videos, con personas que, supuestamente, trabajan desde algunas instituciones o tienen “un dato” de lo que está pasando y lo expresan para “alertar” y “alarmar” a las comunidades sobre determinados problemas. Así han corrido mensajes en Venezuela, incluso importados de otros países, tales como el de un supuesto médico que, apelando a la emocionalidad, rompe en llanto para alertar sobre la crisis por el COVID-19:
También destaca en la taxonomía de Alcorta los mensajes desde cuentas falsas o anónimas (13), plagios (14), simplificaciones y generalizaciones (15), aunque temáticamente esto puede incluir temas desde algunas clases de fake news políticos ya descritos. Hacia el final de esta clasificación algunas variantes, como la de tipo guerra comercial, que contemplan en los números 16, 17 y 18, las cuales aluden a daños en la reputación comercial o publicidad encubierta. En algunas naciones hispanoamericanas se han hecho presentes algunos fishing para captar datos de incautos que caen en supuestos premios de índole comercial. No los menciona Alcorta, pero tendrían el propósito, también, de desprestigiar a algunos competidores, como lo menciona en estas últimas categorías.
Melissa Zimdars (2016) es otra de las autoras que hace mención a la categoría sátira y al método de descontextualización, al ofrecer una clasificación de portales web que emiten desinformación en forma de fake news. Menciona en su taxonomía cuatro categorías:
• Sitios web falsos, o regularmente engañosos, que se comparten en Facebook y las
redes sociales.
• Sitios web que pueden distribuir información engañosa y/o potencialmente poco
confiable.
• Sitios web que a veces utilizan titulares clickbait-y, y descripciones de redes sociales.
• Sitios de sátira y/o comedia, que pueden ofrecer importantes (y entretenidos)
comentarios críticos sobre la política y la sociedad.
La proliferación de fake news durante la campaña presidencial de Estados Unidos de 2016 fue analizado por la Columbia Jounalism Review (2016). A partir de lo ocurrido, detectó seis tipos:
1. Material auténtico usado en el contexto equivocado. (Lo que hemos llamado
descontextualización en otras taxonomías).
2. Supuestos sitios de noticias que se hacen pasar por medios que ya existen. (Se trata de
una usurpación de medios y esta clase de bulos podría ser incluido en el modus
operandi de usurpación).
3. Sitios web de fake news, algunos creados para ganar dinero.
4. Información falsa. Gráficos, imágenes y videos con información falsa, proclive de ser
viralizada.
5. Imágenes, textos y videos con contenido manipulado. (Es recurrente el constructo sobre
manipulación –como montaje– en buena parte de las descripciones sobre mentir y
desinformación).
6. Parodia.
Un filtro para cernir tipos de mentiras intencionales y falseos orgánicos
El recorrido por diversas clasificaciones permite un panorama amplio sobre los orígenes de ciertas ideas sobre las mentiras en general, así como percibir patrones comunes encontrados en todas las taxonomías, entre ellas las ideas sobre la intencionalidad, la parodia, la mentira dañina, la mentira y el poder, entre otras.
Es posible llegar a diversas clasificaciones a partir de estas descripciones, pero encontramos importante que no todo ha sido clarificado, como por ejemplo, una de las representaciones que se propone: el fake news por reencuadre.
Visto que en los temas hay ya evidente práctica de la audiencia para saber cuándo se aborda un tema político, cuando uno financiero y cuando uno social, estimamos que la mejor y más necesaria alfabetización sería explicarle al público, cómo opera la mentira en el contenido recibido; esto es, la manera en la cual el contenido percibido falsea la realidad. Nos propondríamos no describir la temática, sino el modus en que una unidad podría estar falseando la realidad, sea con intencionalidad o con manejo errático de la información.
Para ello, se proponen cuatro etiquetas –“Fake News por manipulación”, “Fake News por error”, “No es Fake” y “Contenido Engañoso”–, que discriminan entre la intención de manipular manifestada en diversos subterfugios, la posibilidad de falsear la realidad por error, los contenidos engañosos inauditables y la posibilidad de que algo que parezca falso sea cierto, en cuyo caso es preciso aclarar a la audiencia su carácter de veraz. Se propone colocar rótulo mixto, con gran categoría y especificación, tal como se presenta en la tabla siguiente:
Diputado Armas este video es viejo, no es ni de hoy ni de ayer.
Tuitearlo como reciente solo desinforma. @ObservatorioFN https://t.co/1XvwnI6y6B
— J. Rivas (@g8che) March 27, 2020
.
Documento disponible en https://twitter.com/search q=%40observatorioFN%20viejo&src=typed_query
Fuente: Portal de noticias Breaking News de El Salvador, 14 de mayo de 2020. Documento disponible en línea en: https://brnewsnet.com/2020/05/24/presidente-bukele-decreta-el-domingo-dia-nacional-de-oracion-contra-el-covid-19-dios-nos-escuchara/ Fecha de recuperación: 26 de julio de 2020.
Fuente: Portal Aleteia, 13 de marzo de 2020. Documento disponible en línea en: https://es.aleteia.org/2020/03/14/coronavirus-textos-apocrifos-virales-del-papa-francisco-via-whatsapp-y-redes-sociales/?utm_campaign=Web_Notifications&utm_source=onesignal&utm_medium=notifications Fecha de recuperación: 26 de julio de 2020.
Fuente: Portal First Draft, tabla disponible en línea en: https://es.firstdraftnews.org/2017/03/14/noticias-falsas-es-complicado/
Fuente: Observatorio Venezolano de Fake News. Tuit disponible en: https://publish.twitter.com/?query=https%3A%2F%2Ftwitter.com%2FObservatorioFN%2Fstatus%2F1283823713855721473&widget=Tweet Fecha de recuperación, 24 de julio de 2020.
Fuentes:
Observatorio Venezolano de Fake News. Documento disponible en línea en: https://publish.twitter.com/?query=https%3A%2F%2Ftwitter.com%2FObservatorioFN%2Fstatus%2F1163625072579493888&widget=Tweet Fecha de recuperación: 24 de julio de 2020.
Observatorio Venezolano de Fake News. Documento disponible en línea en: https://publish.twitter.com/?url=https://twitter.com/ObservatorioFN/status/1185660751521996804 Fecha de recuperación: 24 de julio de 2020
Fuentes:
Observatorio Venezolano de Fake News. Documento disponible en: https://publish.twitter.com/?query=https%3A%2F%2Ftwitter.com%2FObservatorioFN%2Fstatus%2F1236788788241694721&widget=Tweet Fecha de recuperación: 24 de julio de 2020.
Cotejo. Documento disponible en línea en https://cotejo.info/2020/07/video-medico-se-quiebra-pide-tomar-agua-caliente-para-prevenir-coronavirus/
A modo de conclusiones
A ese juego de sombras se enfrentan los esfuerzos de verificación periodística, sin que ello implique el riesgo de anteponer a una “mentira absoluta” una “verdad absoluta” como –posibilidad que destaca Derrida (1995)– podría arrojar la lógica de la existencia de una como consecuencia de la otra.
Intentar alcanzar la veracidad de las unidades que circulan no es dar con la absoluta verdad, y no podría el resultado de una verificación acercarse al imperativo incondicional que manifiesta Emmanuel Kant sobre la verdad. Citando a Derrida (1995), Kant sacralizaba la verdad y estimaba que mentir era malo, sea cual fuere sus motivaciones y consecuencias, pues la mentira, sostenía, socava el vínculo social de la humanidad.
Frente a hipotéticos laboratorios de campañas de desinformación, con uso de trols, bots –que tientan a ciudadanos a viralizar falsedades con uso de la emocionalidad, polarización y crispación social–, apenas se hace un incipiente frente en Latinoamérica, desde iniciativas como Colombia Check, Ecuador Chequea, Cotejo y el Observatorio Venezolano de Fake News, por citar solo algunas. También en Europa, portales como el español “Maldito bulo” persiguen mentiras dando ejemplo de apego a la veracidad, con estándares deontológicos de honestidad y precisión de la data.
En distintas iniciativas periodísticas de desmentidos, como los surgidos contra las campañas desinformativas, la evidencia empírica, hasta el presente, señala que lejos de pretenderse una verdad absoluta, apenas se persiguen clarificaciones informativas de unidades engañosas, a partir de verificaciones que permitan conocer si cuentan con atributos tales como correspondencia y coherencia; labor que, en cuanto al desmentir o validar la credibilidad de un mensaje en el ámbito político, debería contar con independencia y pluralidad como valores, para no ser tentados por sesgos derivados del apego ideológico.
No hay absolutos en las verificaciones ni en las versiones de la realidad, producto del esfuerzo deontológico de periodistas y expertos en detección de tendencias inorgánicas o con comportamientos dudosos. Estas categorías están en debate y deben seguir evolucionando, en correspondencia con la realidad cambiante.
Referencias
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León Hernández
Periodista, profesor universitario, investigador del Centro de Investigación de la Comunicación de la Universidad Católica Andrés Bello, coordinador del Observatorio Venezolano de Fake News, miembro de la cohorte 2016-2017 del programa Next Generation Leaders del McCain Institute de la Universidad de Arizona. Miembro del Consejo de Redacción de la revista Comunicación.